A Felipe Cobián, por su digna trayectoria periodística
Las atrocidades acontecidas en París y también en Beirut vendrían a ser el capítulo más reciente de la Historia Universal de la Infamia, un voluminoso libro si viviera nuestro querido y admirado Jorge Luis Borges. Una historia de horror interminable, si dejamos que la fatalidad sea nuestro sino. La especie humana está en peligro por la creciente barbarie social capitalista. En este momento tétrico muchos no podemos hacer nada contra esta lejana barbarie terrorista, aunque eso no significa que el deber ético y político haya terminado para quienes tienen preocupación y su lucha por la paz y la justicia, la libertad y los derechos humanos en el mundo. La fragilidad social en un mundo inmundo. Podríamos empezar con México y su hiperviolencia social –nuestros 43 desaparecidos–, una historia desgarradora y muy sensible para muchos de nosotros. Pero, ¿Cuál es la diferencia entre las decenas de asesinados y heridos en París y en Beirut y las decenas de miles de asesinados y desaparecidos en México? Casi ninguna. Diferencias y semejanzas hay, pero existe algo en común: fueron gentes inermes, víctimas inocentes, masacradas por una violencia brutal. Hay muchas formas del terrorismo: terrorismo de Estado, terrorismo fundamentalista religioso y de todo signo político. Por supuesto, el más implacable, poderoso y depredador es el terrorismo de Estado [en México conocemos bien su larga historia]. Es el terrorismo más genocida de todos, pero el terrorismo de Estado imperialista es el más brutal y despiadado; este ejercicio de violencia es el más cruel, frío y calculado; el fanatismo religioso violento es una sombra comparado con el anterior. Y los extremistas políticos violentos no se quedan atrás. Hay narcoterrorismo y terrorismo–paramilitar. Pero todos los terrorismos son de naturaleza política, pues las diversas formas de dominación o de aniquilamiento son propias de un poder totalitario. En una sociedad dividida en clases, etnias, creencias religiosas, formas culturales e ideologías políticas, la intolerancia es algo inherente a la conflictualidad social. La intolerancia fanática puede llegar a ser hiperviolenta.
¿Todos los musulmanes son terroristas? Los intelectuales y periodistas derechistas furibundos contra el Islam la señalan como la encarnación maligna del mundo entero, reduciéndola a una religión con sus demonios apocalípticos sueltos. Un pensamiento cretino, como si el catolicismo únicamente fuese la Santa Inquisición con su barbarie de tormentos espantosos. Igualmente, el Islam no se debe reducir grotescamente al terrorismo yihadista de ISIS y su califato [Estado Islámico]; de la misma manera, nunca debemos hacer equivalente el sionismo fascista israelí hiperterrorista genocida [recordemos Sabra y Chatila, y Gaza] con el judaísmo. Hace tiempo que se pretende hacer creer al mundo que los bárbaros modernos son los musulmanes, quienes arrastran sus contradicciones y vicios sociales y morales al igual que el resto de los fervientes creyentes de las demás religiones del mundo, cual opio del pueblo. Y sin embargo, tampoco debemos reducir cualquier religión a su forma enajenante y delirante.
Las atrocidades en París y en Beirut –semejantes a las de los asesinatos masivos en México– no son un hecho espontáneo, sino resultado de un largo proceso histórico belicista, especialmente con la invasión yanqui a Iraq en 2003. Si buscamos las raíces del terrorismo moderno, tenemos que cavar más hondo, las encontraremos en los imperialismos de principios del siglo pasado. El Nuevo Partido Anticapitalista [NPA] francés manifiesta en Sus guerras, nuestros muertos: la barbarie imperialista engendra la del terrorismo: "Los atentados horribles que han tenido lugar en París el viernes 13 por la noche, han provocado más de 120 muertos y decenas de heridos. Esta violencia ciega, suscita la rebelión y la indignación. El NPA comparte esa rebelión y esa indignación y expresa su solidaridad con las víctimas y sus familias. Este drama es aún más indignante ya que golpea a víctimas inocentes y dado que estos ataques asesinos apuntaban a la población. Esta barbarie abyecta en pleno París responde a la violencia igual de ciega y aún más asesina de los bombardeos perpetrados por la aviación francesa en Siria debidos a las decisiones tomadas por François Hollande y su gobierno. Esos bombardeos combaten supuestamente al Estado islámico, a los terroristas yihadistas, sin embargo, con la intervención y los bombardeos rusos, protegen al régimen del principal responsable del sufrimiento del pueblo sirio, al dictador Assad. Y una vez más, son también en este caso, la población civil las primeras víctimas condenadas a sobrevivir bajo el terror o a huir poniendo en peligro sus propias vidas. La barbarie imperialista y la barbarie islamista se nutren mutuamente. Y esto en busca del control de las fuentes de abastecimiento de petróleo. La única respuesta a las guerras y al terrorismo es la unidad de los trabajadores y de los pueblos, más allá de los orígenes, de su color de piel, sus religiones, más allá de las fronteras, para luchar juntos contra aquellos que quieren acallarlos y someterlos, con el fin de acabar con este sistema capitalista que conlleva barbarie. Para acabar con el terrorismo, hay que acabar con las guerras imperialistas que tienen como objetivo perpetrar el pillaje de las riquezas de los pueblos dominados por las multinacionales, imponer la retirada de las tropas francesas de todos los países dónde están presenten, en particular en Siria, en Iraq, en África".
En México tenemos "yihadistas neoliberales" desquiciados generando una hiperviolencia social con su estela terrible ¿Hasta cuándo?