Hay quienes se asombran por el ritmo de trabajo que mantiene Andrés Manuel López Obrador, evidentemente poco conocen de su trayectoria en los últimos 20 años o bien esperaban un presidente electo que se sometiera al juego político de la actual clase política que administra e intenta gobernar a México.
AMLO decidió transformar las formas desde el primer momento imponiendo un ritmo de trabajo que sus propios colaboradores no soportarán. Transformó la mecánica de relacionarse con los medios masivos de comunicación y estableció una agenda mediática que rebasa con mucho la del actual gobierno.
En esa agenda podemos observar la transformación que se dio en la relación con el empresariado del país, los temas que ha tratado con ellos: programa de atención a jóvenes y la pensión para los adultos mayores. Temas que no estaban en la agenda pública y AMLO los puso en el centro del debate.
Hemos sido testigos, a través de los medios, de sus actividades, de la danza de los miles de millones que se invertirán en el sector energético, en la selva lacandona, en el sector salud y en esa borrachera uno se pregunta ¿de verdad tenemos ese dinero?
Transformar a México implicó darle forma al Movimiento de Regeneración Nacional, MORENA, un partido que logró una votación histórica, integrado por mexicanos y mexicanas hartos de la actual clase gobernante.
¿Podrá AMLO darle sentido y orden a este movimiento que ya transformó el escenario político del país?
Vientos de crisis en Morena, hay riesgos de ruptura, se empiezan a manifestar los desacuerdos, estos tienen como fundamento el cuidar su posición de grupo, sus ideas de país y sus intereses políticos. Se asoma el desprecio al voto emitido.
AMLO ha sido inmune a las críticas y a los ataques. Sus detractores, ubicados en varios frentes, en particular el PRI y el PAN, han iniciado un ataque sistemático a las propuestas que ha hecho.
¡Tan glorioso el triunfo!, ¡tan lejos el momento de ejercer el poder legal!. Y ¡tan amarga la derrota!