La nueva normalidad de la cultura de la cancelación nos obliga, como si fuera fácil, a mirar con vergüenza el pasado en lugar de planear el futuro.
En 2004 salió una película estadounidense, de aquellas que por representar a una generación y por tener un soundtrack con los éxitos del momento, trascendió más allá del cine: se llamaba Garden State.
Escribo se llamaba porque ahora el peso con el que hizo su séquito de seguidores, la repudian por representar valores que hoy no son ni por poco aceptados.
¿De qué trata?
Es sencillo en teoría, un joven que consumió litio por gran parte de su adolescencia regresa al colorido pueblo de Garden State, New Jersey luego de una fracasada carrera como actor en Los Ángeles.
Ahí reconecta con su papá y con sus viejos amigos, todos ellos con más problemas emocionales que años en la vida.
Fuera de eso conoce a una chica especial, tan especial y convenientemente modelada por el guionista para ser lo que ahora es conocido como la “Manic Pixie Dream Girl”.
Este estereotipo hallado en cualquier obra de ficción escrita y filmada, aborda un personaje femenino fuera de cualquier realidad, es decir, es perfecta para lo que necesite el protagonista masculino a lo largo de la trama.
Responde a sus necesidades y no cuenta con un contexto que la motive como una representación para las mujeres de la vida real.
En Garden State, la Manic Pixie Dream Girl es Natalie Portman y es un personaje que escucha las mismas canciones que el principal y por lo mismo, es la encargada de regresarlo al piso.
Este es sólo un navajazo en el corto legado del filme.
Las siguientes crítican van directamente al status socioeconómico de los personajes, nadie se muere de hambre, pero eso no quita que sean personas con sentimientos y problemas palpables.
Zach Braff, quien es el escritor, director, productor y hasta eligió las canciones que sonaron, fue criticado por no incluir a personas de color dentro del casting, o a personas pobres, o a personas LGBTQ+, es decir, que no hizo una película que representa a toda nuestra multidiversidad del mundo actual.
Eso sí, algo de razón existe en las críticas, pero no para clavarla en la nave del olvido.
Hoy en día verla es casi imposible, es la nueva Saló, o los 120 días de Sodoma.
@robbcarsonn