¿Podemos saber lo que sucederá en 2022? Si conociéramos el futuro —pensamos—, podríamos hacer mejor las cosas, adelantarnos a los hechos, corregir errores, evitar problemas. Estamos entonces siempre buscando, de alguna manera, tratando de predecirlo. Aunque también sabemos que es imposible saber lo que éste nos depara. Así, por ejemplo, en los primeros días de 2020, nadie podía saber que vendría la pandemia del covid, ni mucho menos los enormes efectos que tendría en la economía, la política y en general en la vida de buena parte de la humanidad. Fue un suceso completamente impredecible. Pero, por otro lado, hay cosas que, sabemos, tienen altísimas probabilidades de suceder y contamos con algunas herramientas para conocer el futuro.
Este ejercicio —con los datos que contamos— es el mismo que hacemos cuando vemos un partido de beisbol o uno de futbol. Si en un partido de beisbol en la novena entrada hay un equipo que lleva 10 carreras de ventaja, sabemos que, hasta que no caiga el último strike, todo puede suceder. No conocemos el futuro. Solo podemos hablar de probabilidades. Pero si en uno de futbol hay un equipo que tiene cinco goles de ventaja faltando un minuto para que termine el tiempo de compensación, sabemos que todo está decidido. Conocemos el futuro. Lo mismo puede decirse, me parece, en otros aspectos de nuestra sociedad, de nuestra economía, de nuestra política. No hay mucha magia al respecto.
Sabemos, como en un juego de futbol en el último minuto, que nuestra economía prácticamente no crecerá o lo hará muy débilmente en este 2022. Y sabemos por lo tanto que los indicadores en materia social tampoco podrán modificarse mayormente. Lo que podemos hacer al respecto es relativamente menor; no habrá la movilidad social que las grandes revoluciones o transformaciones prometen. Si acaso, el asistencialismo disfrazará un poco las enormes necesidades de las y los mexicanos. Pero no podrá ocultar los graves problemas de fondo que este gobierno ni siquiera ha empezado a resolver: crisis de seguridad, falta de crecimiento económico, creciente violencia y militarización, autoritarismo y tendencias despóticas (gobierno de uno solo, sin ley) y mucha, mucha corrupción. El futuro, sin embargo, no nos es totalmente conocido. Estamos sí, con muchas probabilidades de que esto siga así. Como en el juego de beisbol faltando un out. Aunque, por lo mismo, no conocemos el futuro. No sabemos lo que sucederá, ni podemos asumir que está todo escrito. Como el covid, que surgió intempestivamente, hay muchas cosas que aún no conocemos y que podrán suceder.
En materia política, por ejemplo, si uno ve los liderazgos que han surgido en muchos países, se puede constatar que muchos de ellos no existían seis meses antes de su ascenso, desde Emmanuel Macron en Francia, hasta Pedro Castillo en Perú. No es que no existieran o no fueran activos anteriormente. Pero no eran las figuras nacionales en que se convirtieron de la noche a la mañana. Así podemos ver nuestro futuro, el que creemos conocer y el que desconocemos. Estamos más bien como en un juego de beisbol, pero, como diría Yogui Berra, esto “no se acaba, hasta que se acaba”.
Roberto Blancarte
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