Convocadas por el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco, el pasado domingo se dieron cita nueve mujeres que compiten por una diputación local por la vía de representación proporcional, con el propósito de exponer sus respectivas visiones sobre tópicos tan diversos como las finanzas públicas y la obra pública, pasando por la transparencia, la rendición de cuentas y el combate a la corrupción, hasta la movilidad y los derechos humanos.
Aunque muy probablemente fue menor el número de ciudadanos que decidió dedicar parte de su tiempo dominical para escucharlas y el juego en contra que supuso la acostumbrada estrechez de tiempo en las participaciones tanto por la cantidad de participantes como por la amplitud de temas que suelen tratarse en estos ejercicios; en sí mismo, el encuentro constituye un avance a favor de la cultura democrática de los jaliscienses.
No solo fue útil para evidenciar el cumplimiento del principio de paridad al que están obligados los nueve partidos políticos que participaron; aún más revelador fue constatar el nivel de fragmentación partidaria de la oferta política en la entidad: siete partidos con registro nacional y dos partidos con registro estatal.
Si bien la diversidad de la oferta política por sí misma podría considerarse una fortaleza de nuestra vida democrática, lo cierto es que más allá del desempeño mostrado por cada una de las aspirantes, la pasarela de candidatas evidenció la escasa o nula atención que los diversos institutos políticos prestan a una responsabilidad interna con graves efectos sobre ese valor público que supone la existencia de una conciencia y cultura política entre los ciudadanos de todo país que aspira a consolidar su régimen democrático: me refiero concretamente a la preparación de su militancia en general y la formación de sus respectivos cuadros en particular.
Quizás el próximo rasero que supondrá el voto ciudadano para el registro de algunos partidos políticos, sea el acicate para transitar hacia escenarios electorales con una oferta política con una diversidad ideológica más nítida y una mayor profesionalización de cuadros y mejor formación política de su militancia.
