El título de esta colaboración lo tomé prestado de ese libro presentado la semana pasada y que, a decir de Augusto Chacón, quien lo presentó: su autor logró liarse con “los restrictivos bártulos académicos para tomar el rumbo de la sabiduría, con bastante buena fortuna, y no la sabiduría de claustro, esa que solo celebran entre pares, la otra: la que es memoria y faro para la comunidad”.
De ese faro en el que Mauricio Merino se propuso “escombrar entre palabras que se usan para colmar el mito del poder y cuyo significado –aunque esté en los diccionarios– se ha puesto al servicio de quienes las pronuncian para establecer y prolongar su dominio sobre los demás” (pág. 11); retomo el vocablo de “la aritmética de la política” que el autor sopesa bajo la premisa de que “no existe ninguna versión de gobierno democrático que no esté asentada en la aritmética ni una alternativa capaz de eludir el impero categórico de los números” (pág. 37). En efecto, una buena porción de nuestra realidad política suele explicarse a través de números: lo mismo las preferencias e intención de voto por determinados partidos políticos, que los niveles de aprobación o desaprobación respecto de candidatos específicos, así como la aritmética definitiva de los votos efectivamente depositados y contados en las urnas.
Merino afirma que “las redes sociales no han derrotado a la aritmética política”, para refutar ese auténtico abuso comunicacional en el que han incurrido no pocos políticos profesionales que suelen confundir a la política con la publicidad. Los argumentos empleados por Samuel García en su más reciente mensaje transmitido a través de sus redes sociales con motivo del anuncio de su decisión para “reasumir” el cargo de gobernador de Nuevo León, constituyen auténticas perlas que pintan tal confusión de cuerpo entero.
Lamentablemente, los políticos se han aprovechado de tal confusión, pasando por alto lo que Merino hace bien en recordarnos: “la inteligencia artificial que gestiona esa forma de comunicación –las redes sociales– tiende a encapsular a los individuos dentro de sus propias referencias (…) y devuelven a cada persona lo que ellas mismas buscaron” (pág. 40).