El próximo 12 de febrero concluirá el periodo establecido por el gobierno del estado de Jalisco correspondiente a la actual etapa durante la que fueron impuestas medidas de contención en el marco del Plan Jalisco para hacer frente a las múltiples consecuencias de la pandemia a causa del virus SARS-CoV2 (covid-19).
De acuerdo con los indicadores que se dieron a conocer por el gobernador Enrique Alfaro Ramírez durante el fin de semana, parecen confirmar que “el esfuerzo de la gran mayoría de las y los jaliscienses ha valido la pena. Esta semana la ocupación hospitalaria bajo del 58.5 al 50.9 por ciento, las camas de UCI (Unidades de Cuidados Intensivos) pasaron del 73.7 al 67.7 por ciento y la positividad de Radar Jalisco del 37.2 al 33.4 por ciento.”
Con independencia de los indicadores oficiales que parecen marcar un cambio de inflexión en las tendencias sobre la enfermedad observadas en las últimas semanas, y más allá de los planes estatales que fueron dados a conocer con antelación en el sentido de que a partir de esa fecha: “se diseñará un plan integral para enfrentar la pandemia en 2021, en la que se anunciarán medidas de largo plazo, que incluya el planteamiento del regreso a clases”, valdría la pena no perder de vista el espíritu de servicio que esta prolongada experiencia social ha suscitado en no pocos jaliscienses.
Ahí está el caso de la esposa de mi amigo Ricardo, de cuya experiencia me referí la semana pasada en este mismo espacio, quien tuvo la gentileza de escribirme lo siguiente:
“De verdad Roberto necesitamos decirles a muchas personas que no están solos, que no son los apestados de este milenio, que no quisimos que se enfermaran a propósito. Por nada del mundo quiero que nadie se sienta tan solo o sola como yo me sentí esos días en que Ricardo estuvo tan grave. Darle batalla al covid fue algo que no se lo deseo a ninguna persona. Estoy recopilando todo lo vivido para que me ayudes a decirle a tantas personas que no están solos que hay personas que estamos dispuestas a abrazarlos, o darles la mano, a pesar de correr el riesgo de infectarnos. Y una de esas soy yo”.
Bien harían los gobiernos en potenciar las buenas voluntades para la atención de los pacientes.