Bajo la presidencia de los secretarios de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y de Educación, Esteban Moctezuma, se celebró una primera reunión virtual entre autoridades educativas y académicos de los países de América Latina y el Caribe. Se trata de la segunda reunión de este tipo, la primera fue para tratar la nueva economía pospandemia que generará importantes estudios, en el marco del plan de trabajo de 14 puntos de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac). La propuesta es que los rectores de la región sean promotores de una agenda de “Innovación y Desarrollo” que inspira a la presidencia pro tempore de México de este mecanismo de integración. La exitosa convocatoria de ambas reuniones no hubiera sido posible sin el apoyo del rector de la UNAM, Enrique Graue y de la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (Udual).
De las reflexiones que compartieron autoridades y académicos este 5 de junio sobre la forma de responder a la necesidad de garantizar la vida y la salud, asegurando continuidad de los servicios educativos derivan importantes conclusiones: en primer lugar, ante las medidas de distanciamiento social adoptadas en toda la región, fue necesario recurrir a la educación a distancia, a través de métodos virtuales, a todos los niveles educativos. Sin embargo, no todos los estudiantes pudieron tener acceso por falta de conectividad. La brecha digital amenaza con ampliar la brecha en un continente que ya tiene, por desgracia, el índice más alto de desigualdad que se registra en el planeta. La vuelta a la “nueva” normalidad supondrá seguir apoyándose en los métodos virtuales que habrán de perfeccionarse, pero resulta urgente ampliar las redes de conectividad, así como hacer uso de la radio y televisión para apoyar el esfuerzo educativo dentro de cada país. También será necesario redistribuir los espacios físicos de las instalaciones educativas para impedir que se repitan fenómenos similares en el futuro. Habrá que desarrollar, por lo tanto, una complementariedad entre la educación presencial y a distancia, que implica rediseñar los sistemas educativos.
En segundo lugar, habrá que formar a los maestros, de todos los niveles, para poder enseñar a distancia, con los debidos complementos educativos digitalizados. Pero lo más importante es que la pandemia ha hecho evidente la necesidad de rediseñar qué es lo que se está enseñando para formar a los ciudadanos en los valores y destrezas para enfrentar los retos que nuestras sociedades tienen por delante. ¿Cómo se va a formar a los jóvenes para que tengan una actitud cívica y solidaria para lograr la innovación y el desarrollo de nuestras sociedades? Una tarea monumental a cumplir, tanto por las autoridades educativas, como por las universidades en un contexto de debido respeto a su autonomía.
Por último, cabe enfatizar la oportunidad que representa para la integración latinoamericana y caribeña el iniciar estas tareas ingentes a través de una comunicación constante y constructiva entre los múltiples actores involucrados en hacerlo. La proyección al futuro de nuestra región no depende solo de los gobiernos, sino de alinear los sectores educativos y productivos de la región en esta dirección. La crisis que estamos viviendo también nos muestra el camino de la integración, a través de la educación, gracias a que compartimos una cultura y una lengua comunes.
*Coordinadora Ejecutiva de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños