Política

El narco es pueblo

No hace falta la DEA para ver la sumisión de López Obrador frente al crimen organizado. Allí está la imagen donde el Presidente, tan cuidadoso de la investidura que se negó a recibir a Javier Sicilia cuando asesinaron a su hijo Juan Francisco, se espabila para ir a besar la mano de doña Consuelo Loera. Allí están los reclamos a los gringos ante las condiciones en las que vive el Chapo Guzmán en la terrible cárcel de Florence, Colorado, cuando a las víctimas inocentes de los sicarios ni las ve ni las oye. Las cotidianas masacres difícilmente le merecen nota, de no ser para minimizarlas o excusarlas, culpando sin evidencia a los ejecutados, en vez de a los matones, de andar en malos pasos.

Con todo, nada de esto prueba que López reciba o haya recibido dinero o apoyos del narco, como parece indicar el estupendo reportaje de ProPublica de la semana pasada basado en una longeva investigación de la DEA —que, por cierto, nunca fue cerrada ni exoneró a López, sino que fue dejada del lado meramente por razones políticas— que hasta un tutupiche le sacó al Presidente. Pero allí están, tercos, los testimonios de los cárteles empujando mayoritariamente a los candidatos del partido oficial y sus adláteres. Recordemos que los narcos votan a balazos: en la primavera del 2021, Alfredo Sevilla, alcalde de Casimiro Castillo, en Jalisco, le pidió al CJNG permiso para buscar su reelección. El cártel se lo negó, y Sevilla como sea se postuló: a los pocos días fue encontrado a un costado de la carretera del pueblo con un disparo en la cabeza.

Nada de eso me deja tan fría, sin embargo, como un video del 2019 que hoy circula. En éste se ve a los habitantes de un pueblo de Oaxaca asolado por el crimen organizado frenando la camioneta del Presidente. Él, como siempre cuando está rodeado de ese pueblo bueno que no ha sido ayuntado por tortas y frutsis, tuerce la boca y se muestra incómodo. Los hombres lo increpan y las mujeres lloran, pidiéndole de a por Dios que los proteja, que ya no pueden más, que por favor les mande al Ejército a defenderlos. Y entonces, increíblemente, escuchamos la voz de López diciendo: “El Ejército no está para reprimir al pueblo”.

Un señor al calce de la ventana le pregunta, pasmado: “Carajo, ¿el narco es pueblo?” Y el Presidente le responde, sin vergüenza alguna, que sí: “Todos son seres humanos”. Y sí, nomás que no por eso merecen todo el peso de la ley, sino porque son seres humanos que se dedican a violar, extorsionar, decapitar, disolver cuerpos, traficar sustancias y personas y alimentar a sus mascotas con carne humana. Por eso es que deben ser perseguidos y castigados por una autoridad que él representa, o representaría si le importara un carajo el dolor de los ciudadanos inocentes, tan seres humanos como los otros, que han quedado indefensos ante la impune violencia criminal que el Presidente parece arropar.

Lo que no sabemos es a cambio de qué. Porque no sé si sea peor pensar que López Obrador está efectivamente en la nómina de los cárteles, o si atestiguar que les está entregando a México nomás por el puro gusto. 

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Roberta Garza
  • Roberta Garza
  • Es psicóloga, fue maestra de Literatura en el Instituto Tecnológico de Monterrey y editora en jefe del grupo Notivox (Notivox Monterrey y Notivox Semanal). Fundó la revista Replicante y ha colaborado con diversos artículos periodísticos en la revista Nexos y Notivox Diario con su columna Artículo mortis
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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