No hay nada más notorio que una exageración. Dice la ex embajadora Martha Bárcena que si Marcelo Ebrard llega a ser presidente de México pediría asilo político en otro país, ya que no quisiera vivir bajo un gobierno cuya política se base en la mentira.
Es una frivolidad tremenda de esta señora juguetear con asuntos graves para ganarse la cabeza de una nota periodística.
Las expresiones de Bárcena están fuera de proporción. Como diplomática habría de saber que el asilo político se solicita cuando los derechos fundamentales de una persona se encuentran amenazados y de toda evidencia los suyos gozan de cabal salud.
Desde su punto de vista, el Estado mexicano, en voz de su canciller Marcelo Ebrard, mintió en diciembre de 2018 respecto al programa “Quédate en casa” implementado por la administración de Donald Trump.
Bárcena confirmó la versión de Mike Pompeo, ex secretario de Estado, en el sentido de que Ebrard habría concedido convertir a México en una sala de espera para extranjeros solicitantes de refugio en Estados Unidos, a cambio de que esa luz verde no quedase por escrito y de que tampoco se diera a conocer públicamente.
Esta declaración de Bárcena se contradice con otra donde la ex embajadora afirma que ella quedó marginada de las negociaciones entre la cancillería y la Casa Blanca. Si fue marginada, cualquier cosa que diga es testimonio de oídas. Si no fue marginada, ella habría sido cómplice de la supuesta mentira.
El jueves 20 de diciembre de 2018 el gobierno de México informó que la administración Trump había tomado la decisión “unilateral” de devolver extranjeros, no mexicanos, a México para que aquí aguardaran el desarrollo de su respectivo proceso migratorio.
Bárcena asegura que no fue unilateral porque Ebrard estuvo de acuerdo. Por esta razón lo acusa de ser un mentiroso (y está pensando adquirir unas maletas nuevas).
Si el canciller es un mentiroso, su jefe, Andrés Manuel López Obrador, también lo es. El espaldarazo del Presidente a Ebrard fue muy sonoro.
Zoom: En presencia del mandatario la ex embajadora fue acusada de calumniar, es decir, de pronunciar una mentira exagerada. Esa sentencia, como otras acciones del canciller, no habría ocurrido sin la anuencia presidencial.
@ricardomraphael