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Prioridades populares y populistas

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  • Ricardo Corona

El Blockchain (o cadena de bloques), hoy remite a la mayoría de la gente con uno de los protagonistas de la reconfiguración financiera que vive el mundo: el Bitcoin. Esa criptomoneda que ha sido razón de historias de riqueza, prohibiciones, estafas, uso como moneda legal, robo de datos; en fin, momentos que, con la debida proporción, no son ajenos a lo que otros mecanismos como las tarjetas, billetes o cheques han sorteado. Sin embargo, el Blockchain está lejos de significar lo que para la mayoría de las voces es relevante: dinero. Es una tecnología que otras latitudes están aprovechando.

Por ejemplo, en China, la Administración del Ciberespacio (CAC) tiene un programa piloto para usar tecnología Blockchain en empresas y organizaciones gubernamentales. El objetivo es desarrollar soluciones para prestar servicios y generar condiciones de eficiencia de gastos operativos, confianza y colaboración entre el gobierno y empresas. O Walmart, una empresa con ingresos superiores al Producto Interno Bruto (PIB) de muchos países, que cuenta con un complejo sistema logístico en el que permanentemente se buscan mejoras. Como parte de dichas medidas, puso en marcha un proyecto piloto en Canadá para utilizar tecnología de cadena de bloques con el objetivo de recopilar y sincronizar de manera automatizada toda la información de su operación y reducir discrepancias con sus proveedores. Ambos casos y muchos más de una lista que diario crece, son ejemplos que México tiene frente a su nariz, con motivo de la disrupción tecnológica que no se está aprovechando adecuadamente. China, por ejemplo, que hoy es el tercer socio comercial de EE. UU. por debajo de México y Canadá, desarrolló soluciones que mejoran la prestación de trámites y servicios, energías amigables con el medio ambiente, el intercambio de datos, aplicación de la ley, o la impartición de justicia. ¿Cómo le vendría a México algo así? O Walmart, que, como empresa, privada difícilmente esperará a que los gobiernos se alineen al contexto tecnológico cuando tiene más de 11 mil establecimientos operando en el mundo, de los cuales poco más de 2 mil 500 están en México.

Esos y muchos ejemplos más subrayan el rezago tecnológico mexicano. La ausencia de una estrategia tecnológica nacional robusta que por una parte impide mejorar el quehacer gubernamental de cara a la ciudadanía. Pero por otra no menos importante, no brinda condiciones para que los agentes económicos tengan acceso a infraestructura e incentivos adecuados que les permita aprovechar la disrupción. Y es que justo ahora no es el momento, las prioridades son otras, son ajenas a la tecnología, son populares y populistas, no para brindar soluciones: pausar la relación con el primer socio comercial de México en Europa, quitar palabras de los libros, defender a indefendibles o simplemente evadir la realidad prometida. Ojalá que México deje de llegar tarde a las oportunidades de desarrollo.

Ricardo Corona

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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