Rob Riemen en su libro: Para combatir esta era. Consideraciones urgentes sobre el fascismo y el humanismo, describe, sin proponérselo, de manera sintética y aguda la situación de nuestra política, dice:
“La gente es dejada en el desamparo por las élites políticas tanto de izquierda como de derecha, que han renunciado a sus principios e ideales por la moneda falsa del favor de los votantes y la necesidad de adaptarse a la corriente. Guiados por la conveniencia y un pragmatismo carente de imaginación, lo que ofrecen es populismo.”
Cada día es mayor el desprestigio de la política y la desilusión de la democracia. Sin embargo, en vez de soluciones reales se adoptan fórmulas imprácticas por no adecuarlas previamente a nuestra realidad socioeconómica.
Al descredito de los partidos de derecha e izquierda, se ha sumado el rápido demerito de las candidaturas independientes, que de ser una opción democrática han pasado a ser una nueva forma de oportunismo.
Oportunismo a conveniencia de ambiciones personales y de las élites de poder, que por lo pronto ha sofocado el surgimiento de verdaderos nuevos líderes independientes.
Si bien, ese discurso fue formulado desde la democracia, ahora es una postura del pensamiento conservador y autoritario.
Kelsen afirmó: “Sólo por ofuscación o dolo puede sostenerse la posibilidad de la democracia sin partidos políticos”.
Cuando los partidos desaparecen los sustituyen los grupos con poder económico, político y fuerza militar, porque sólo pueden ser candidatos triunfadores los apoyados por dichos grupos.
La solución a la decadencia de los partidos debería de plantearse en el fortalecimiento decisorio de la militancia para que haya democracia interior en la elección de candidatos, la reducción del financiamiento público y el repudio social a los políticos oportunistas y tránsfugas.
