Cuando empezamos a conocer alos millennials decíamos que vivían libres, buscaban experiencias, seguían sus pasiones y ponían el tema de la sostenibilidad sobre la mesa. Tendrían un futuro aligerado y prometedor. La realidad es muy distinta; esta generación ha crecido y experimentado salarios más bajos a los de sus padres y abuelos, una pandemia, crisis, inflación y burnout.
Cuatro de cada 10 sienten ansiedad todo el tiempo y su mayor preocupación es el alto costo de vida, según la Encuesta Gen Z y Millennial 2023 de Deloitte. La tensión financiera es tal, que 52 por ciento acepta que vive justo de una quincena a la otra y para generar más recursos cambian de empleo o consiguen una segunda chamba.
Decíamos que esta generación nacida entre 1981 y 1996, por ser los primeros nativos digitales, tendrían desarrollo. Crecieron con el internet, tuvieron su primer correo electrónico con AOL, en 2004 se enteraron de Facebook y en 2006 sacaron su cuenta de Twitter. Así, cuando tres de cada 10 sintió que necesitaba un segundo empleo sus principales opciones estuvieron en ese mundo: aplicaciones de delivery o ser influencers en redes sociales. Esto les permitió mayores ingresos y enfocarse en algo más que su empleo principal, explica Deloitte, pero hay una paradoja: las redes sociales “exacerban la ansiedad financiera (...) y 43 por ciento de los millennials acepta que los hace querer comprar cosas que no pueden pagar”, añade el estudio.
Esta generación sigue queriendo cierta libertad y experiencias únicas. Pero, ¿valdrá la pena buscarla en un contexto que hace sentir que —sin importar el esfuerzo— el dinero no rinde?
El estado actual de los millennials no es ligero: la mitad aceptan que les será difícil o imposible lograr un aumento, conseguir un nuevo empleo o una promoción, iniciar una familia y comprar una casa, revela Deloitte. Esta perspectiva muestra una situación desoladora, incierta y pesimista.
Si además sumamos sus preocupaciones por las tensiones geopolíticas, el cambio climático o las desigualdades sociales, es entendible que estén exhaustos, mentalmente distanciados, sean negativos y algo cínicos.
Los millennials no se sienten cómodos hablando con sus empleadores sobre estrés financiero o salud mental y solo tres de cada 10 sienten que su situación financiera mejorará.
Necesitamos líderes mucho más empáticos que transmitan que está bien ser vulnerable y ofrezcan recursos de apoyo para tener salud mental y financiera. Claro, también urgen salarios justos, dignos, competitivos y conversaciones “cándidas”, como las llama Deloitte, sobre compensaciones, crecimiento, desarrollo y futuro. Confieso que me sorprende que no hayan iniciado estas charlas, pero también confieso que no sé quién debe iniciarlas y cómo hacerlo. Se aceptan sugerencias porque necesitamos que los millennials encuentren ese propósito con el que iniciaron.