Sociedad

Pagó con dinero y luego con cárcel por matar a su marido

  • Historias negras
  • Pagó con dinero y luego con cárcel por matar a su marido
  • Raúl Martínez

Rosalinda Román Muñoz, de 51 años, bañada en lágrimas, con tristeza y desesperación recordaba una de las muchas ofensas que su marido le había hecho.

Era la una de la madrugada. Ella estaba profundamente dormida cuando su esposo Alfonso Heredia, de 47, con brusquedad la jaló de los pies. Asustada lanzó un grito de horror.

Él se echó una carcajada y con ofensas la obligó a que se parara y le diera de cenar. Rosalinda enojada le dijo que hubiera cenado con su amante. Que ya la tenía cansada, que mejor se fuera.

Esas palabras fueron suficientes para que su iracundo marido la jalara de los cabellos y le pegara en la cara. Rosalinda quiso gritar. Calló. No quería que sus hijos se dieran cuenta.

La vida conyugal de Rosalinda había sido un infierno: golpes, engaños, ofensas, injurias, desprecios y carencias.

Rosalinda se llevó las manos a la cara. Ya no quiso recordar más. En ese momento se encontraba en la parte de atrás de su casa ubicada en República Mexicana 314, en San Nicolás.

Estaba arrodillada ante un bulto. Era una bolsa de dormir. Adentro se encontraba el cuerpo sin vida de su marido Alfonso Heredia.

Sin dejar de llorar se abrazó del cadáver y le pidió perdón. Le dijo que lo amaba, que estaba arrepentida.

Luego de breves instantes hizo varias llamadas. A un familiar le pidió que retuviera sus hijos: un jovencito de 17 años y una niña de 11... que no los dejara acudir a la casa.

Después habló a la Comisión Estatal de Derechos Humanos y sollozando dijo que quería entregarse a la Policía, porque era culpable de la muerte de su esposo.

En pocos minutos llegaron varios agentes ministeriales, junto con un representante de CEDH y comprobaron que lo dicho por Rosalinda era cierto.

Parte del cadáver de Alfonso Heredia estaba en una bolsa. Los peritos al examinar el cuerpo detectaron un orificio de bala en la parte de atrás de la cabeza.

“Sé que no debí causarle la muerte, porque pese a todo lo amaba. Nos casamos hace 18 años cuando yo tenía 33 años y él 29. Al año nació nuestro primer hijo. Éramos muy felices.

“Con sacrificios nos hicimos de nuestra casita. Cuando salía de trabajar se la pasaba jugando con nuestro hijo.

“Pero cuando el niño ya tenía cinco años, repentinamente Alfonso comenzó a cambiar, llegaba tarde, a veces ebrio y me redujo el gasto. Surgieron los conflictos”.

Rosalinda sigue recordando que en muchas ocasiones le preguntaba a su esposo qué hacía con el dinero que ganaba, pero él se enojaba y le respondía con insultos.

Aun así tenía la esperanza de recuperarlo, ya que una noche llegó medio tomado, le pidió perdón y le dijo que cambiaría. Ella lloró de alegría y lo abrazó, pero esa dicha solo duró escasos tres meses.

Poco después supo que estaba embarazada y tuvo la esperanza de que su marido cambiaría de nuevo, pero cuando le dio la noticia la miró con odio y con gritos le dijo que ya no quería más hijos.

“El día que nació mi hija, él no estuvo presente, me apoyé con unos familiares. Traté de hablar con él, le puse a mi hijita en sus brazos. No la despreció y la cargó. Me emocioné.

“Ante las necesidades de la casa, un día lo esperé para decirle que debíamos mucho. Ese día me pegó y me dijo que me pusiera a trabajar”.

La verdad era que Rosalinda desde tiempo atrás ayudaba con los gastos haciendo pasteles, tamales, dulces y todo lo que podía, pero sin desatender a sus hijos.

Llegó el momento en que el desconsiderado esposo se volvió también cínico y le dijo que tenía otra mujer que sí era hermosa y no una bruja fea como ella. Le respondió que la dejara, que se fuera, pero por respuesta recibía solo golpes.

Así lo soportó más de 12 años, hasta que una madrugada estalló en ira, ya que la despertó con brutal violencia jalándola de los pies, la tiró de la cama y la arrastró por la recámara para obligarla a que le diera de cenar.

“Esa noche se posesionó el demonio de mi mente. En silencio lo maldije y pensé en matarlo.

“Extrañamente ese odio e insano deseo de matarlo no desapareció de mi mente. Un día después me encontré a una conocida del barrio. Y como traía huellas en el rostro de la última golpiza, me preguntó qué me había sucedido”.

Rosalinda nunca le había contado a nadie sobre el infierno que vivía con su marido, pero en esa ocasión no solo relató su desdicha, sino también su deseo de matarlo.

Su vecina le recomendó que no se metiera en problemas, que ella conocía a quien podría hacer el trabajito para que quedara con las manos limpias.

Sin saber por qué, le dijo que sí y ese mismo día la puso en contacto con una pareja. Decidida, les dijo lo que deseaba y le pidieron 20 mil pesos como pago y días después consiguió el dinero mediante varios préstamos.

Se pusieron de acuerdo y el momento que tanto deseaba Rosalinda llegó. Su marido se encontraba en casa y se había puesto ropa limpia para irse con su amante y sus hijos estaban con una tía.

La pareja llegó y con sigilo les abrió la puerta de la casa y les señaló el lugar donde se encontraba su odiado esposo. Con sangre fría se dirigieron hacia él y le dispararon en la cabeza. El hombre cayó sin vida.

El plan original era meter el cadáver en una bolsa de dormir para que se lo llevaran, pero en ese momento a Rosalinda la asaltó el sentimiento de culpa y le pidió a la pareja homicida que se fuera, que la dejaran sola.

“Me arrodillé ante el cuerpo sin vida de mi esposo, lo besé, le pedí perdón. Después llamé a la Policía. Estoy arrepentida, pero no pido clemencia. Yo lo maté”.

Triste confesión de quien pagó dos veces por matar a su esposo: la primera con dinero y la segunda en la cárcel, donde aún purga su crimen, consolada por los recuerdos de sus primeros años de matrimonio.

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.