Asistí como me lo propuse, por mera curiosidad a la sala Guillermo del Toro del Instituto Cultural Cabañas.
Mi propósito ver el publicitado documental acerca de Rodolfo Rodríguez El Pana ¿Sabían que es una abreviatura de panadero? Su primigenio oficio.
Supe de El Pana por el año de 1978, cuando convocó a los aficionados en gran cantidad, posterior a sus triunfos en la Plaza México, la grandotota.
Lunes 20 de Noviembre de 1978.-
Seis de Santoyo para Alfonso Hernández El Algabeño, Rodolfo Rodríguez El Pana y Cesar Pastor. Triunfo de Rodríguez al cortarle la oreja al quinto de la tarde.
Domingo 26 de Noviembre de 1978.-
Seis de Santo Domingo para los novilleros Rodolfo Rodríguez El Pana, Pedro Torres y Félix Briones. El Pana dicen los “conocedores” que no sabía torear, pero con el permiso de ellos o sin el, se dio el gusto de llenar varias veces el coso máximo. Guadalajara, no fue la excepción.
Martes 12 de Diciembre de 1978.-
Cuatro de Cerro Viejo y cuatro de Santoyo para Alfonso Hernández El Algabeño, Rodolfo Rodríguez El Pana, Félix Briones y Cesar Pastor.
La plaza fue la de nuestro querido barrio de San Juan de Dios. El Progreso.
Recuerdo claro que sí, al joven Rodolfo, un ser carismático quien en ese entonces se liaba un capotillo de paseo con una imagen que representaba a manera de emblema, una pirámide precolombina y una planta de maguey.
El Pana llamaba poderosamente la atención por su natural carisma, antítesis de lo español, tlaxcalteca, descendiente de las huestes que acompañaron a Nuño Beltrán de Guzmán a la conquista del Occidente de México. Eso sí, con su puro en la boca. “Indio que fuma puro”…
Años más tarde fue contratado para torear en la ya, plaza de toros Nuevo Progreso. Fue discreta su actuación, pero la nota la dio el escándalo que protagonizó a causa de los tragos, en compañía de El Pulques, su peón de confianza, a bordo del autobús que los llevaba de retorno a Apizaco lo que ocasionó fueran llevados a prisión en Tepatitlán.
La cinta o documental que nos obliga a tirar unas líneas, es obra del director Rodrigo Lebrija quien consigue por momentos, escenas de alta calidad artística, como las iniciales en donde el Pana ora, en una capilla, o, la magnífica toma del torero desnudo, lo que después se vuelve exceso, recordándonos, por lo menos a mí, al célebre Quijote, personaje de Cervantes a quien el filósofo argentino decimonónico Ingenieros, fustiga haberlo concebido en su decadencia y no joven.
Cruda y dramática se muestra la vida del último romántico de la fiesta, como él mismo se califica. Un acierto la inclusión de la entrevista hecha por Jesús Martínez, un desacierto la inclusión y oportunismo de Heriberto Murrieta [Ajonjolí de todos los moles] y la de José Antonio de Labra lo que le resta carácter y lo acerca más a la reseña deportiva.
Excelente en general la obra que no merecerá, lo aseguro, un Oscar.