He visto Pelé, el documental del gran futbolista de todos los tiempos dirigido por David Tryhorn y Ben Nicholas estrenado por Netflix en febrero de 2021. O Rei ha cumplido 80 años. Verlo aparecer en la pantalla con una andadera para ayudarse a caminar me impresionó: el tiempo no perdona. En mi cabeza, Pelé es joven e inmortal.
O Rei ganó tres campeonatos mundiales: 1958, 1962 y 1970. En el Mundial de Inglaterra, 1966, lo patearon hasta que se les dio la gana, en especial un jugador rufián llamado Morais, de la selección portuguesa.
El fino e impredecible astro brasileño salió a rastras del campo, al final del juego. Les recuerdo que no había cambios. Garrincha y Pelé en la misma alineación, un sueño. Ese año: el Pájaro Madrugador, las primeras transmisiones transoceánicas, John Lennon afirma que los Beatles son más populares que Jesús, el ejército norteamericano bombardea poblaciones civiles en Vietnam y mi padre promete venir a ver conmigo los tres juegos de México. No vino.
Cuenta la leyenda y este documental que Pelé juró que nunca más lo golpearían como a un niño flaco y jodido. Se inscribió en un duro entrenamiento en el ejército. Cuatro años de fuerza y odio. En México 1970, Pelé había embarnecido y los músculos se le hicieron de piedra, un atleta. En aquel año todo parecía ocurrir bajo el sol hermoso de junio.
Lo estoy viendo: con el 9 en la casaca, Tostao pasó en profundidad a Pelé un balón que invadió el área enemiga en un avance de fuego. Mazurkiewicz, el gran arquero charrúa se fue en banda. Pelé dejó pasar el balón y también al portero. Corrió detrás de la pelota y remató un tiro de magia negra que pasó a 20 centímetros de la portería uruguaya.
O gol que Pelé ñao fez, tituló O Globo en su primera plana. Mi padre me enseñó que la promesa incumplida es veneno mortal para el alma. No vino a ver ese juego.
Pelé: la salud, la empresa privada, la publicidad, el libre comercio, la fama, el ahorro, la edificación de un personaje intachable. Pelé se encargó de alejarse del otro genio del futbol: Diego Armando Maradona: el abismo, el dinero, la droga, las apuestas, el sexo, el talento dilapidado, el exceso, el fracaso. Así resumo mi afición por el juego: de niño, Pelé; de adulto, toda la complejidad de Maradona.
Rafael Pérez Gay
@RPerezGay