El pasado domingo seis de julio se llevó a cabo una reducida marcha sobre paseo de la reforma en la ciudad de México para exigir la nulidad de la elección judicial, en ella participaron quienes fueran integrantes del ya extinto PRD y los dirigentes de la ya casi extinta Asociación de Jueces y magistrados federales quienes se convirtieron en activistas políticos de Norma Piña y el PAN en la reciente confrontación de la reforma judicial, lo que hay resaltar de la desangelada marcha es que pone en evidencia lo reducido socialmente que es el descontento que se reduce a unos cuantos que asistieron por odio o por desconocimiento.
La pretensión en sí misma es absurda, la nulidad de la reforma judicial cuando los que encabezan la reducida manifestación toda su vida se la pasaron en elecciones y saben que su exigencia más allá de carecer de un respaldo popular, no tiene fundamento legal, es una cuestión que se limita a una aspiración de convertirse en una expresión política para competir electoralmente e ir por curules plurinominales y prerrogativas de partido como un modus vivendi de muchos actores políticos que desde la oposición se acostumbraron a recibir migajas de poder.
Los partidos de oposición fueron los ausentes, tanto para convocar como para el acompañamiento, evidentemente no se quieren exponer a evidenciar su cada vez más mermada capacidad de convocatoria no solo en su adelgazada militancia, sino en el respaldo ciudadano que cada vez es menos y se refleja en sus disminuida competitividad electoral, hay una especie de desahucio político y saben que es cuestión de que los calendarios electorales avancen para replicar la suerte del extinto PRD en cuanto a la pérdida de registro.
Los manifestantes se la jugaron pensando que habría una mayor concurrencia y que serían los que encabezarían una nueva insurgencia ciudadana y con ello el surgimiento de una oposición política queriendo hacer creer que el camuflaje de ciudadanos podría funcionar cuando en realidad son personajes conocidos y ya muy desgastados que han sido parte de la vieja clase política que en su momento jugaron un papel desde la oposición al régimen del PRIAN que jugó un papel entreguista y legitimador de las políticas neoliberales y por ello obtuvieron ganancias considerables.
Su alianza con lo que queda de una asociación de juzgadores federales que ha sido desfondada, se les ocurre a uno y a otro aliado que de esa unión surgirá alguna rentabilidad política aunque en el fondo uno y otro saben que no representan a nadie, no tienen seguidores y no hay forma de que resurja esa asociación de titulares en la nueva etapa del poder judicial, solo unos cuantos fijan posicionamiento político en nombre de todos y su sostén es porque a centenares de jueces y magistrados les descuentan de su nómina para financiar a esa asociación que la administran solo unos cuantos que se convirtieron activistas políticos de oposición.
Tienen claro que jurídicamente no podrán anular la elección, también tienen claro que carecen de autoridad política y moral en esta contienda que no es legal, es política y saben que es prácticamente imposible revertir el apoyo ciudadano que tiene el movimiento que hoy es gobierno, saben que la presidenta trae un respaldo popular que se ha sostenido y con ello un reconocimiento a su liderazgo en el ámbito internacional, México sigue siendo observado como un fenómeno político y social de profundas transformaciones a partir de un movimiento que logró derrocar al régimen por la vía pacífica.