Lo sucedido en días recientes en el desplome de un carril elevado del metro de la Ciudad de México hace que broten diferentes reacciones y facetas de actores políticos y sociales qué, lamentablemente algunos dejan ver el lado más miserable como humanidad, cuando aun se estaba todavia en la busqueda por parte de las cuadrillas de rescate de más gente que pudiera estar atrapada entre escombros a vagones desplomados, miestras eso sucedía ya estaban políticos legisladores haciendo rueda de prensa aprovechando la tragedia como locación de muerte y dolor ajeno, tratando de sacar raja política en favor de su partido en pelna campaña electoral.
Ese comportamiento exhibe una total asencia de escrúpulo y pudor, de querer aprovechar la muerte para incitar la justificada inconformidad contra la autoridad con la nítida intención de que se incorpore la tragedia a la campaña electoral para denostar políticamente a personajes que asume esa lamentable oposición que serán los sucesores del Presidente, en su imaginario creen que abonan con su descalificación a una campaña mediática que descarrilará al movimiento social que es gobierno, como si la transformación de México se redujera a unas cuantas personas y no fuese un proyecto de país que representan millones y millones de mexicanos.
Lo que es una realidad, es que frente a la tragedia se tiene que actuar con responsabilidad, más allá del comportamiento vulgar de quienes quieran usar la muerte y el dolor ajeno para obtener rentabilidad electoral, las instituciones del Estado, en este caso, el Gobierno de la Ciudad de México debe de asumir directamente la responsabilidad de atender las consecuencias de los daños cuausados en una prestación de un servicio público como es la transportación y movilidad social mediante la red del metro de la ciudad de México, no solo tiene que haber una exhaustiva investigación sobre lo ocurrido, si hubo alguna negligencia y por consiguiente una responsabilidad se tiene que sancionar con todo rigor, lo cual, es de destacar que a pocas horas de la tragedia se apersonaron el ex Jefe de Gobierno Marcelo Ebrard realizador de la obra y la actual mandataria capitalina Claudia Sheinbaum frente a la ciudadanía a dar la cara y a mostrar entera dsiposición para enfrentar cualquier investigación.
Ahora bien, frente a los decesos se están ya generando alternativas de reparación de daño a las familias de las víctimas, se está asumiendo la atención de los heridos por el gobierno, se están preparando indemnizaciones acorde a los parametros de reparación de daño moral que han fijado la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Suprema Corte de Justicia de la Nación; es decir, hay otro comportamiento del Estado muy diferente al que se tenía años atrás, en los que al ciudadano víctima de un suceso trágico se le trataba como adversario en un juicio que reclamaba una justa indemnización por un daño causado por la administración irregular o deficiente, hoy el enfoque y la sencibilidad predominan desde el gobierno con un sentido humanista.
Evidentemente se seguirá pretendiendo explotar política y mediáticamente para intentar poner la tragedia como un tema electoral, en su imaginario nublado por la desesperación y enojo, asumen que pueden contagiar a un electorado de su rabia y rencor, piensan que la gente va actuar como ellos y así seguir construyendo fantasías dentro de una agonía política y electoral de una oposición que reduce sus propuestas al insulto y la calumnia, a la vulgar denostación sin plantear una propuesta alternativa de país, sus planteamientos son refutados en automático con la pregunta espontánea y natural
¿Por qué no lo hicieron cuando fueron gobierno y mayoría?¿Porque hoy si? padecen de credibilidad y de liderazgos con autoridad política y moral que enarbolen una causa representativa de sectores sociales o regiones del país.
Por lo pronto, que se note la distinción de comportamiento frente a la tragedia, Felipe Calderón tardó meses en transaprentar la lista de concecionarios de estancias infantiles cuando la tragedia de la Guardería ABC de Hermosillo Sonora, en donde tenían un gran negocio familiares de su esposa Margarita Zavála y no hubo la fuerza del Estado para investigar y sancionar a los responsables porque el Estado tenía interés contrario a las víctimas, quienes padecieron un calvario exigiendo justicia que el gobierno siempre les escatimó.