Por supuesto que celebro que las tribunas de un estadio de futbol se vean pletóricas de aficionados. Imágenes de este tipo retratan la buena salud de una competición.
El castigo que obliga a un equipo a jugar sin público en su estadio por ello me parece un gran contrasentido. Casi casi sea la razón que sea. Castigar a todos los aficionados por culpa de unos cuantos no debería de proceder. No hay nada más triste que jugar y ver un partido de futbol sin público en las gradas. Deberían de encontrar otros recursos para erradicar la violencia y a los violentos. Esta, documentado está, no ayuda en nada.
Pero resulta que esto que escribo no lo comparten muchos. No lo asumen, para no ir más lejos, los propios integrantes del futbol profesional. En México el reglamento de la Liga Mx sí contempla el veto de público en casos de violencia reiterada.
Por esto me parece sumamente grave que la Federación Mexicana de Futbol y la Liga Mx permitieran que las Chivas del Guadalajara, condenados a jugar su partido de local de la fecha 13 en el Estadio Akron sin público, se burlaran de esa sanción y encontraran con una facilidad inexplicable una solución a modo.
Una competición seria y que busque la credibilidad como valor superior empieza por respetar su propia reglamentación. Como usted lo sabe ya las Chivas fueron autorizadas a jugar ese partido en el Estadio Jalisco de la misma capital de Jalisco. Este inmueble no calificaba como opción.
Que al momento de redactar esta columna ninguno de los directivos que tienen a cargo la Liga Mx o la Comisión Disciplinaria hayan sido capaces de dar la cara y explicar porque dieron vida a este “frankestein reglamentario”, me parece el acabose.
No recuerdo en muchos años un atropello a las reglas tan desastroso como este. No hemos ni de cerquita empezado a sufrir las consecuencias de esto. Ya lo verán.