No debe perderse de vista, bajo ninguna óptica, que el fondo del tema que llevó a la exclusión del equipo León del próximo Mundial de Clubes, es de carácter ético.
El tema se aborda ya en las instancias correspondientes de la FIFA, pero desde una perspectiva legal o reglamentaria no está por supuesto nada mal. Lo preocupante es que la parte afectada, en este caso el equipo mexicano, considere que no deben ponerse sobre la mesa los argumentos deontológicos.
Hace ya muchos años (unos 30 al menos) se viene denunciando como una irregularidad la multipropiedad en el futbol mexicano. Puede decirse inclusive que los primeros empresarios que la pusieron en práctica (los propietarios de Televisa), aceptaron que ser dueños de más de un equipo en una misma Liga no era lo correcto. Y congruentes con esta conclusión, Emilio Azcárraga Milmo se quedó solo con el América.
Pero luego vino el Grupo Pachuca, presidido por Jesús Martínez, a quien se le hizo sencillo expandir su campo de influencia y adquirió al León. ¿Por qué no? El presidente del Grupo Orlegi, comandado por Alejandro Irarragorri, compró al Atlas sin importar que ya tenía al Santos Laguna. Y casi enseguida, Jorgealberto Hank, dueño de los Xolos, adquirió se entiende con el respaldo del Grupo Caliente, al Querétaro.
Muchos aseguran que Televisión Azteca, de Ricardo Salinas Pliego, tiene además del Mazatlán al Puebla.
Esa es la realidad de la multipropiedad en el futbol mexicano. Desatada y muy viva, pese a que se supone hay un emplazamiento por parte de la Federación Mexicana de Futbol misma, para que se termine en los próximos años.
La FIFA va a argumentar en el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), donde se dirimirá el caso a partir del próximo 23 de abril, que la multipropiedad en el futbol que le toca dirigir y reglamentar está prohibida. Y punto. Y está prohibida por razones éticas.