Al igual que los principales centros urbanos del país, la inseguridad pública en Puebla capital es el principal pendiente de este gobierno municipal.
Es cierto que tiene limitaciones financieras para mayor equipamiento en vehículos, patrullas y armamento, pero la otra parte tiene que ver con la estrategia y acciones.
Frente al poder económico y de fuego de la delincuencia, la policía preventiva está rebasada, y no se ven acciones coordinadas con los otros dos niveles de gobierno.
En delitos del fuero común como el asalto a pasajeros en el transporte público, el robo de autopartes, los asaltos a negocios y el narcomenudeo, la policía preventiva tiene poco que presumir.
Hay esfuerzos para mejorar la inseguridad pública, sí, pero son eclipsados por los crecientes actos delictivos, incluidos los de alto impacto.
En tanto, en materia de infraestructura urbana, el talón de Aquiles de éste y otros alcaldes en la ciudad capital son los baches.
Dicho de otra manera, los baches son una expresión de la ineptitud, la corrupción y el tercermundismo; se trata de una de las cinco ciudades más importantes del país, pero Puebla capital sigue siendo la ciudad de los baches.
De no ser por los trabajos de cambio de imagen urbana, con la limpieza de jardines y reubicación de ambulantes del Centro Histórico, la capital estaría igual como la dejó la gestión morenista.
Son tiempos de dificultades financieras, y ni con todo el presupuesto trianual sería suficiente para repavimentar, no “parchar”.
Es notoria el eficiencia en el manejo administrativo y de las finanzas municipales, obligados a una estrategia de recaudación con parquímetros, porque les cortaron ingresos como el DAP y Fortaseg.
Con recursos financieros escasos, con daño patrimonial de unos mil millones de pesos, el ayuntamiento va cuesta arriba, pero sin asfixia financiera.
El ámbito político en el primer año de gobierno es exitoso. El alcalde lidera muy bien un gobierno surgido de una alianza electoral, tiene el control de su partido y ha logrado un equilibrio en la relación con el gobierno estatal morenista.
De lograr más fortalezas para evitar que se le “caiga” el gobierno de la ciudad, Eduardo Rivera escala muy bien en sus aspiraciones para ser el candidato a la gubernatura en 2024.
Pablo Ruiz Meza