Y después del 5-M, 8-M y 9-M ¿qué sigue?
El mes de marzo ha resultado un mes convulso y revelador, por la reacción de una sociedad dolida, porque la violencia llegó al extremo de los homicidios, incluido el feminicidio.
Uno de los fenómenos está relacionado a la inseguridad pública, a la violencia vinculada con la delincuencia, frente a la indolencia gubernamental.
El crimen múltiple de los estudiantes de Medicina de la Upaep y UAP, y un chofer de Uber, ocurrido en Huejotzingo mientras se izaba la bandera nacional, es la cresta del hartazgo social por el miedo impuesto por los criminales, sin que el gobierno moviera un dedo para proteger y prevenir los delitos.
Para el caso de Puebla, las estadísticas de los delitos del fuero común y los de alto impacto están muy bien documentados por el secretariado del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Frente a estadística de encuestas como la del Inegi que ubica la ciudad de Puebla como la más peligrosa del país con la más alta percepción de inseguridad pública, el gobierno municipal se limitó a atribuirlo a la prensa, no a los desatinos ineficiencia de los encargados de la prevención.
Le siguieron la comisión de los más diversos delitos en perjuicio de la integridad física y el patrimonio de los poblanos, pero predominó la indolencia policial y gubernamental, reduciendo la interpretación de los homicidios dolosos a un “ajuste de cuentas” entre bandas criminales rivales.
La respuesta al hartazgo de miles de universitarios el 5-M es muy ilustrativo, así hayan sido mil, 40 mil o 150 mil manifestantes, fue un mensaje que siembra duda y vigilancia al comportamiento gubernamental, de los tres niveles de gobierno.
Y cómo responden a las mujeres del 8-M y 9-M, declararse “feminista” o “humanista” los gobernantes, no resuelve la grave crisis de violencia extrema manifestada en los feminicidios.
Cómo puede un gobernante declararse “feminista” si desde su oficina criminaliza a las mujeres al mantener la pena de cárcel por practicarse un aborto, es violencia de género criminalizarlas como se ordenó al Congreso local para impedir la despenalización del aborto.
Posterior el 5-M, 8-M y 9-M nada cambiará que impida más muertes violentas ligadas a la delincuencia; solo el 8-M ocurrieron en Puebla dos feminicidios y múltiples homicidios dolosos.