Hablamos del tema y lo proponemos, y nada.
Se hace el debate, se discute, y nada.
Se revisa el modelo de Italia, se estructura una idea de lo que podría ser en México, y nada.
No tenemos valor para implementarlo.
Un esquena de jueces sin rostro implica un proyecto serio, profundo y de largo plazo, y no estamos dispuestos a entrarle como país.
Si por alguna razón Enrique Peña Nieto, lo implementara, el próximo presidente lo pondría en duda.
El Gobierno Mexicano no ha querido entrarle, aún cuando hay múltiples casos de jueces cuyo desempeño está en duda. Hay jueces que han liberado a narcotraficantes, sin tener elementos. Hay jueces que han actuado de una forma extraña y que siempre queda la duda el porqué liberaron a cierto personaje.
Hoy más que nunca los jueces mexicanos necesitan una protección especial. El asesinato del juez leonés, Vicente Antonio Bermúdez Zacarías, abrió el debate. De inmediato hubo voces que pidieron los jueces sin rostro, pero los altos funcionarios del Poder Judicial ya salieron a decir que no. Ellos argumentan que sería como aceptar que vivimos en un estado de excepción, como ocurrió en Perú, en Colombia y en Italia.
Así vamos a seguir.
Haciendo como que le entramos y como que no, sin tomar la decisión. Y lo que resulta absurdo es que esta semana en México los jueces salieron a pedir justicia por la muerte de Bermúdez. Los jueces pidiendo justicia.
