Los dejaron libres.
El juez determinó que los videos no eran suficientes para mantener en la cárcel a 10 detenidos por los daños en el Walmart y el banco Santander, el pasado 4 de enero.
No aplicaron todo el peso de la ley.
Incluso el juez argumentó en uno de los casos que el detenido era un hombre casado y que tenía que mantener a su familia. De hecho el juez dijo que no veía que este hombre fuera un peligro para la sociedad si lo dejaba en libertad. Lo soltaron porque tenía hijos que mantener.
El Gobierno no quiso hundirlos.
A final de cuentas, pesó más la idea de que eran manifestantes y no tanto delincuentes cometiendo fechorías. No eran ladrones, ni criminales, eran personas que estaban molestas y que pensaron que esa era la vía correcta para expresar su inconformidad.
Si la Procuraduría de Justicia hubiera querido, los habría acusado de terrorismo y no por asociación delictuosa. Con la acusación de terrorismo era más complicado que los dejaran en libertad, pero la Procuraduría no quiso hacerlo.
Aunque en realidad el juez liberó a los muchachos porque los videos no fueron pruebas suficientes. Ni siquiera se veían bien en las imágenes. Eran videos borrosos grabados a distancia y era imposible dejar presos a los vándalos con la duda de si en realidad eran ellos.
En un solo caso había certeza de que un detenido era un muchacho del video, pero el juez decidió dejarlo en libertad.
No hay pruebas. Arrojaron piedras. Quebraron vidrios. Destrozaron muebles. Pero no hay pruebas. Nadie puede afirmar con certeza que esos muchachos fueron los responsables del ataque del 4 de enero. Ni siquiera fueron detenidos en flagrancia, sino que los arrestaron a una o dos cuadras de distancia.
Los vándalos estuvieron 5 días detenidos y ayer recuperaron su libertad. 5 días en la cárcel. Por supuesto que esos muchachos que ayer salieron de prisión no son los mismos que atacaron el Walmart. Tuvieron 5 días para pensar si ese es realmente el papel que desean desempeñar en la sociedad.