Por donde se le vea, el secuestro del futbolista, Alan Pulido, tiene qué ver con las elecciones del próximo domingo en Tamaulipas.
Los que se lo llevaron, lo hicieron con toda intención de impactar en las elecciones por la gubernatura. O querían asustar a los electores para inhibir el voto o querían mostrar la inseguridad y debilidad del estado.
Haya sido como haya sido, estamos ante un secuestro electorero. Se llevaron a un futbolista famoso para que fuera impactante en la opinión pública. Y lo lograron. La nota ya estaba en portales internacionales.
El Gobierno ya salió por ahí a dar una verdad histórica que por supuesto nadie cree. Seguro sacarán a un chivo expiatorio que se eche la culpa, pero quedarán varias preguntas en el aire: ¿Fueron los narcotraficantes y después lo soltaron arrepentidos? ¿Fueron los criminales y luego les llamaron para que lo soltaran? ¿Así estaba planeado o salió mal? ¿El plan era soltarlo en unas horas o algo falló?
Lo que también es sorprende es la rapidez de las autoridades para resolver el caso. Aquí sí fue en tiempo récord. Ningún secuestro se resolvió tan rápido. Como que nada más fue cuestión de que les llamaran a los malos y les ordenaran soltarlo. Y el gobernador, claro, aprovechó para salir y tomarse la foto con Alan Pulido, cuidando el impacto electoral. Ojalá así actuaran de rápido en todos los secuestros del país.
El caso muestra toda la podredumbre de Tamaulipas. La historia del secuestro de Pulido deja ver cómo están las instituciones de sucias en ese estado. Y por lo mismo ahí todo puede pasar. O fueron los mafiosos o fueron los policías o fueron los opositores o fueron los gobernantes. Todas las hipótesis son viables en ese lugar. Sólo basta recordar que en la última elección, asesinaron al candidato oficial, unos días antes de la votación. Estamos ante el auténtico estado fallido. No por nada el PRI nunca ha perdido en ese lugar ingobernable llamado Tamaulipas.
@pccarrillo
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