El ciclo de metodologías para abordar controversias y dilemas éticos en el ámbito individual e institucional cierra en esta entrega con el método de las “cinco dimensiones de la responsabilidad social”.
Para ir directo al grano, piénsese ante una situación donde la decisión final sea legal, no rompa la normativa interna, sea técnica y económicamente viable, pero le obliga a poner en suspenso principios y valores en los cuales cree firmemente. Si bien es cierto que la decisión no le llevará a la prisión, sí le dejará un horrible sabor a cobre en la boca. ¿Debe sentirse culpable o lamentar de por vida tal decisión?
La respuesta breve es no, siempre y cuando recorra las preguntas contenidas en las cinco dimensiones del método.
La primera de ellas sería: ¿la decisión no rompe con la legalidad vigente? Si la respuesta es sí, ahora pregúntese: ¿Podría ser dada a conocer sin que ello derive en una disputa legal?
Superado “el canallismo legalista” deberá pasar a la dimensión económica y preguntarse: ¿La decisión es económicamente viable para los diferentes grupos de interés? ¿Hace compatible rentabilidad con buena reputación? ¿Generará afectaciones de las cuales habrá que hacerse cargo?
La dimensión moral le hará preguntarse por lo siguiente: ¿La decisión está alineada a los valores éticos de la persona o equipo que la toma? ¿Está alineada a los principios éticos de la filosofía institucional? ¿Qué principios éticos refleja? ¿Simboliza un motivo de orgullo? ¿Es compatible con los principios éticos promovidos por los códigos profesionales, colegios de profesionistas, certificadoras? ¿Garantiza la dignidad y derechos de las personas que pueden verse afectadas por ella?
La dimensión social le llevará a preguntarse: ¿La decisión tendrá legitimidad social? ¿Podría ser aceptada en otros contextos culturales?
Y, por último, la dimensión ecológica explora dos aspectos: ¿La decisión será sostenible? ¿Afectará a las generaciones venideras?
Para que la cuña apriete tenga en cuenta lo siguiente: la decisión no debe ser tomada si en los dominios de responsabilidad económica, moral y social, hay más de una respuesta “no viable”; si solo es viable para un grupo de interés o si la decisión generará un daño irreversible imposible de reparar.
Como lo mencione hace cuatro entregas atrás, este método no garantiza respuestas infalibles, pero nos aproxima a actuaciones mucho más justas.
Pablo Ayala