Apreciado lector, le platico que los temas a tratar en esta columna casi siempre surgieron en las tertulias cafeteras. Además, le doy cuenta a usted que en las cafeterías no nos dedicamos a hacer chismes, sino todo lo contrario, aquí componemos el mundo, derrocamos tiranos y dirigimos a los charros, a las chivas o al atlas según sea el caso. Sin contar que es donde su servidor cosecha las ideas para maquinar estas y otras líneas.
Sin embargo, en esta osasión la inspiración llegó en el lugar menos esperado. Lo hizo mientras desayunaba una rica ensalada de orégano y cebolla en el Mercado Corona, cuando una charla ajena a mi persona, pero no a mi interés, interrumpió mi sagrada concentración. Y no es que crea que usted, querido lector, sea chismoso, pero le contaré lo que alcancé a escuchar.
Resulta que compartí mesa, ya sabe usted en los mercados se comparten las mesas, con una pareja de burócratas de alta gama, al menos esa era su apariencia. Ellos, además de aconsejarse cómo justificar algunas inasistencias, hablaban también de cosas un poco más serias, y en un momento dado, soltaron la siguiente frase: “No importa que tan bueno sea un candidato para ocupar un cargo, importa que tenga las amistades correctas”. Fue entonces que paré oreja y puse atención mientras enrollaba y ponía salsa a una tortilla.
Los burócratas, en su frase, habían hecho referencia al proceso de elección a Procurador de Desarrollo Urbano del estado de Jalisco. Acto seguido comentaron que éste tiene que ser elegido por el Congreso del Estado con la opinión del Consejo de Participación Ciudadano. Por supuesto, se prendieron mis alarmas y al regresar a mis aposentos puse a trabajar a San Google con la intención de conocer los perfiles de los susodichos candidatos. No es por hacer intrigas, pero le comento que los resultados de la búsqueda fueron negativos, y pensé, o estoy muy "guey" o no subieron esos datos que se supone son de acceso público.
La verdad es que no soy experto en esos temas, pero no es necesario tener dos dedos de frente para darse cuenta que algo raro sucede en el proceso. Y es justo por aquí donde a uno le llega la decepción de las administraciones públicas, pues como ciudadano más corriente que común, debo de tener la oportunidad de conocer, al menos, las capacidades de quiénes pretenden dirigir esas instituciones, no vaya a ser que designen al compadre en lugar de poner a los que más saben.
Para finalizar, y ya en confianza, a esos altos burócratas les recomendaría qué cuando acudan al menud... perdón, a las nutritivas ensaladas del Mercado Corona, sean más discretos, pues además de enterarnos de cosas importantes como lo que les acabo de contar, también nos enteramos que sus inasistencias a la oficina no fueron por contagiarse de dengue, sino que andaban bien sanitos en la playa, bribones.