Cultura

Centralismo

Una de las causas que tienen sumido a México en el más inverosímil de los atrasos es, sin lugar a dudas, el centralismo. Y aunque se supone que somos un país federalista desde que finalizó el segundo imperio en 1863, en la praxis, la realidad es otra, pues salvo contados intentos, las instrucciones que llegan desde el centro son dictados tlatóanicos que deben ser cumplidos en ese mismo instante y sin chistar.

Lo que menciono no es privativo de la modernidad, se trata de una inicua sinergia que experimentamos desde la época prehispánica, donde las culturas asentadas en el altiplano siempre intentaron dominar, muchas con éxito, el mundo conocido (el sur del país). Ejemplos: Los Toltecas avasallaron el territorio desde el reino del Totonacapan hasta la región Maya, imponiendo su estilo en todo el periodo clásico tardío. O los mexicas que sometieron de tal forma a sus vecinos, qué estos se vieron en la necesidad de aliarse con los conquistadores europeos para liberarse del yugo.

Sin embargo, no tenemos que remitirnos hasta aquellos tiempos para encontrar argumentos de lo que afirmo, los hay también recientes. En una entrevista para la revista Proceso, el actual diputado Porfirio Muñoz Ledo mencionó, que siendo presidente del PRI en los años 70s, fue enviado por Luis Echeverria y López Portillo a Jalisco para quitarle la candidatura al gobierno del estado a Eduardo Aviña Bátiz, quien casi era el elegido por aclamación. La razón: “Aviña no les caía bien a los tlatoanis”, la solución: “darle la candidatura al primero que se le apareciera”, y “casualmente”, quien se apareció en el aeropuerto a recibir a Muñoz Ledo fue Flavio Romero de Velasco.

Este tipo de intromisiones paternalistas desde el centro, menospreciando la capacidad de las “provincias” para la autodeterminación, han contribuido muchas veces a enturbiar las relaciones entre iguales, creando una brecha muy similar a la de los ciudadanos romanos con los pobladores de los territorios vencidos y dominados por las legiones del imperio. (Conste, no afirmo que las personas del centro sean así, no me vayan a malinterpretar los odiadores profesionales que se mueven en las redes).

Sin embargo, considero que las decisiones trascendentes e intrascendentes de cada localidad, deben ser tomadas in-situ, justo donde las cosas suceden y no desde el trono de hierro de la capirucha, que la mayoría de las veces es un escritorio desvencijado cuyo más oculto tesoro son una torta de tamal y refresco de guayaba (delicioso, por cierto), escondidos en la segunda gaveta de la izquierda.

Todo esto viene a colación por un suceso que se dio esta semana entre el Instituto Cultural Cabañas y la Colección de Arte de Milenio. Ya saben qué sí a chuchita la bolsearon, qué sí te dejo o no te dejo montar la exposición por que me viste feo, etc. Situacioones normales en las relaciones humanas, los conflictos y diferencias de opinión siempre han existido en todos lados. Sin embargo, lo criticable es que este pequeño pleito viene instruido, según se, desde un “curador de la capital” y no desde quien toma las decisiones. Y entonces vuelve la burra al trigo, dictar desde el trono de hierro, sin conocer a profundidad todo lo que conlleva una expo de esa magnitud, es como ordenar sembrar arroz en desierto.

Sí la decisión la hubiese tomado la dirección del Cabañas desde sus atribuciones y conocimientos, en eso quedaría, en una simple anécdota de gestión cultura y ya. Pero vaya usted a saber si todo esto se fraguó desde un alejado escritorio, sin un contexto objetivo y con unos pambazos en lugar de una torta de tamal, resguardados en el segundo cajón de la derecha.


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Oscar Riveroll
  • Oscar Riveroll
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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