La manera en que se “diseñó” la reforma judicial con una inexplicable e imperdonable urgencia, que al parecer respondió a un afán personal del ex presidente de México, ha estado evidenciando sus deficiencias e inconveniencias sin haber mayores márgenes de maniobra para las correcciones necesarias y sólo se fueron poniendo parches discrecionales de manera indeseable, en un proceso que merecía visión y responsabilidad más que complejos o “ánimo revanchista” de un poder a otro.
El proceso de selección de aspirantes a posiciones en el Poder Judicial Federal a través de los comités de selección de cada uno de los poderes, basados en una convocatoria con lagunas, motivó que se advirtiera insistentemente que no había un blindaje suficiente para garantizar la mayor idoneidad de los elegibles, menos para evitar que se colaran a las boletas personajes con vínculos o antecedentes indeseables, desde un historial delictivo o hasta ser empleado de un grupo criminal.
Si se creía que esto no podía ser más grotesco e indeseable, algunos personajes que estuvieron a cargo del proceso legislativo ahora detectan perfiles que catalogan indeseables, pero minimizan los efectos de sus pifias e intentan hacer más nudos al enredo que crearon, regateando al árbitro electoral sus atribuciones para hacer valer la ley y tratar poner algo de orden, cuando restan 23 días de campañas y 26 para la elección.
Formalmente hay hasta hoy 26 candidaturas impugnadas ante el INE por las cámaras de Diputados y Senadores, pero lamentablemente le están dejando tanto al instituto electoral como al Tribunal un reto de pronóstico reservado, pues si dichas personas cumplieron con los criterios de proceso de selección y no están legalmente condenados ni impedidos para ser elegibles, ¿con base en qué criterio los podrían marginar? Veremos. Ojalá no se deje un precedente que se acabe por lamentar.
Más allá de éste que dicen es un grupo muy pequeño en proporción al universo de aspirantes, lo indeseable es que otros casos no se evidencien a tiempo tanto en el proceso federal como en los locales, o que por alguna antipatía personal a alguien se acabe por descalificar, si abren esa puerta. Los creadores de este margallate no se hacen cargo de nada. ¿Se harán cargo de pensar en la ya necesaria reforma de la reforma? ¿A alguno le habrá retumbado en la cabeza la propuesta del ex presidente Ernesto Zedillo de frenar la reforma para retrabajarla como se debe? Ojalá.