Llegó la hora. En cuestión de tres días entraremos a esa tensa calma de la veda electoral que antecederá a las elecciones más grandes en nuestra historia. Será una jornada intensa, en todos sentidos: en buen ánimo, en pasiones, en ambiciones; ojalá y no en agresiones o violencia. Que prevalezca lo primero, porque somos más los que queremos un ejercicio tan democrático como festivo.
Llegamos al final de las campañas, que dejaron en su lado bueno un nutrido número de debates en todo el país para diversos cargos, que quizá llegaron a más gente que nunca antes por la diseminación que ofrecen las redes. Regulares o mejores, han sido de gran valor cívico.
En su lado más oscuro, ha sido una campaña violenta, especialmente en los estados, con al menos 34 candidatos asesinados, una docena de secuestros, cientos de amenazas y 487 candidatos a quienes la Guardia Nacional y el Ejército tuvieron que otorgarles la protección que solicitaron.
Todo esto en medio de mutuos y permanentes señalamientos, críticas y ataques y —en proporción— pocas propuestas relevantes, pero que sin duda han dejado perfectamente claro al inmenso electorado mexicano (98.3 millones de ciudadanos) que hay dos proyectos diametralmente opuestos y definidos.
En los discursos se habla de una elección nutrida, con por lo menos 60% del listado nominal acudiendo a las urnas. Todos esperamos que así suceda, ante los temores de ese flojo llamado al voto por parte de autoridades y aun de los mismos candidatos, sin impacto masivo real y cuyo vacío mejor van llenado en las redes sociales los Krauzes y los Derbezes en su urgente llamado a los jóvenes, indiferentes por naturaleza, pero esta vez con más datos al alcance de su mano (en la que cabe permanentemente el celular) y, por lo tanto, con menos derecho a una desidia, que así cae casi en el terreno de la negligencia. Voten, jóvenes, sin que nadie les diga por quién. Infórmense.
Involucrémonos adultos y jóvenes, no solo con el voto presidencial, también por el de los senadores, por el de los diputados, por el de los alcaldes. Todos tienen una gran importancia en el proceso de construcción política de nuestro país. Y que sea lo mejor.
Palabras clave
Suerte al Tribunal Federal Electoral y a los Tribunales Estatales Electorales, todo indica que les espera un tsunami. Y al INE, el reto de no quedar como el cuetero.