Política

VPG y la cultura de los estereotipos

La libertad de expresión no ampara las suposiciones sobre la vida privada de una mujer. Con base en este y otros argumentos, la Sala Especializada del Tribunal Electoral Federal sancionó a la periodista Denisse Dresser por la Violencia Política en Razón de Género (VPG) cometida durante el programa “Mesa de Análisis con Loret”, contra una diputada federal. Sentencia impugnada en espera del análisis de la Sala Superior.

Diversos artículos en prensa nacional califican de grave el efecto de esta resolución porque amplía el concepto de violencia política de género a las especulaciones sobre la vida privada de las mujeres en la política.

Otras plumas acusan de intentar “acallar a voces críticas”. Una polémica que sorprende por tratarse de un asunto basado en múltiples precedentes y jurisprudencia de 2016 y 2018.

En la sentencia SE-PSC-122/2023, el Tribunal señaló que las expresiones “por un tema de faldas” y “…tener una novia en la campaña, o no sabemos si era novia…”, no abonan al derecho a la información, ni a la opinión pública, sino constituyen violencia de género simbólica y psicológica. Argumentos ampliamente explicados.

Una labor pedagógica del Tribunal, especialmente, en asuntos contracultura, como la VPG, que ha sido clave en el avance democrático.

En esta resolución destacan dos lecciones sobre las denuncias por VPG:

1.- Revisar si se basa en elementos de género: por ser mujer, si hay un impacto diferenciado y afecta desproporcionadamente, es decir, se debe analizar si las mismas expresiones aplicadas a los hombres tendrían una afectación significativamente menor.

Insinuar que una mujer política es novia de una persona casada es sancionado socialmente de manera más fuerte que la misma situación con un protagonista hombre; el impacto es diferenciado y desproporcionado; y

2.- Considerar que, el periodismo es pieza clave en la construcción de sociedades más equitativas entre géneros: las propias organizaciones de periodistas se han dado el “Manual de género para periodistas”, en el cual se reconoce que los medios de comunicación interpretan la realidad, y de alguna manera la construyen, pues “las cosas no son como son, son como las cuentas y las cuentas como las ves”, lo que da significado y valida ciertas conductas, asociándolas a roles y estereotipos de género establecidos y reproducidos a menudo por ellos mismos como agentes de socialización.

Si bien es cierto, el tema que abordaron en la “Mesa de Análisis con Loret” fue el supuesto uso de un transporte aéreo del Gobierno Federal, lo que abona al derecho de acceso a la información de la ciudadanía; no se justifica que se emplearan expresiones que refuerzan estereotipos y, a la vez, invisibilizan las capacidades y la carrera política de una mujer; un maltrato normalizado y cotidiano en los medios de comunicación.

Sin embargo, incorporar la perspectiva de género en la labor periodística implica un reaprendizaje de las comunicadoras y los comunicadores para poder erradicar los estereotipos de género de sus discursos.

No se intenta acallar voces críticas, ni coartar la libertad de expresión, sino de proteger a las mujeres de las voces y plumas que aún no pueden resistirse a la cultura de los estereotipos y siguen violentando a las mujeres.


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Nohemí Argüello Sosa
  • Nohemí Argüello Sosa
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