Pasó ya una década desde que Agustín Granados, periodista, corresponsal de guerra y entrevistador de televisión, murió víctima de un fulminante cáncer en la garganta.
Agustín era un reportero y hombre de convicciones de izquierda; eso sí, las cuestiones de tecnología, en realidad, no se le daban. Cuando la redacción de Noticieros Televisa se digitalizó, Granados fue el único que conservó su máquina de escribir, su columna Dicen los que saben de Notivox muchas veces la garabateaba a mano o apuntaba en la Olivetti para luego dictarla y que la enviaran por correo electrónico a la redacción.
Por eso muy probablemente ahora no tendría cuentas de Facebook o Twitter y muy seguramente rechazaría esas plataformas y sin duda se perdería los amplios debates serios o estúpidos que por ahí fluyen. También, sin duda, se perdería las discusiones sobre la conformación y reorganización de las redacciones multimedia.
Pero el olfato de periodista de Agustín Granados estaría aquí y traspasaría las barreras tecnológicas para poder encontrar las revelaciones y para interpretar los movimientos sociales y las señales y poder traducirlas para echarles luz.
El talento de Granados nos hará falta, mucha falta, porque precisamente ahora la multiplicidad de opciones informativas en internet requiere de talento y experiencia periodística para discriminar y desbrozar la maraña de supuestas noticias llenas de mentiras e imprecisiones, a veces involuntarias y muchas veces premeditadas, que inundan la red y que están embarradas de la autocensura provocada por las presiones del poder y la corrupcion y del autoengaño permanente del periodismo militante y pretendidamente "libre".
El periodismo hoy por hoy requiere de más periodistas, de mejores historias y de que la buena información inunde la web, la tv, la radio y los impresos. Necesitamos que el contenido noticioso tenga sustancia, los textos bonitos no están de más, pero son las revelaciones las que cimbran estructuras y pueden provocar cambios. Esa es la ruta a seguir.
En fin, 10 años hace que se fue Agustín Granados, lo seguimos extrañando y nos sigue haciendo falta.
