El día que la clase política entienda que la lealtad es a las personas y no a los partidos políticos, ese será el día que tengamos una clase política digna de confianza, respeto y admiración. Los últimos dos serían ganancia y lo ideal, pero la confianza es indispensable. El gran problema que yo encuentro es que se ha desvirtuado el papel y labor de los partidos políticos y se han convertido en núcleos de poder manejados por familias o personajes que se creen dueños de estos partidos y los manejan básicamente como empresas familiares, el ingreso o la posibilidad de crecimiento dentro del partido depende de la lealtad que se ofrezca a las familias por encima de las personas que se representa (que al llegar a un puesto público no es sólo a los votantes sino a todas las personas, representar sus intereses, administrar sus recursos y tomar de manera juiciosa e informada y documentada las mejores decisiones). Todo esto desmotiva que los ciudadanos de a pie participen y se involucren de manera más cercana a las diferentes estructuras políticas que existen. Conozco muchas personas sumamente valiosas en cuanto a su integridad, inteligencia, entrega, trabajo de campo, personas muy queridas en sus comunidades por todo lo que aportan desde sus acciones diarias que podrían hacer más si se les diera el espacio y se les impulsara a participar, pero muy por el contrario los partidos en su mayoría lejos de abrir las puertas y los espacios, inhiben esta participación o la reducen a formatos de militancia. Mi invitación es a todas estas personas que buscan un espacio de participación política más activa que no desistan de hacerlo y a los partidos políticos que no hagan de estos espacios monopolios de poder que perjudican a toda la ciudadanía y desincentivan la participación que tanta falta hace en México y cada rincón de nuestro país.
Nancy Fonseca*
@SoyNancyFonseca
* Analista Política en Derecho Internacional