Esta semana volvimos a ser testigos de dos tragedias, la primera en República Dominicana, un techo que colapsó durante un concierto dejando más de cien fallecidos, y un helicóptero que cayó en el río Hudson en Nueva York en donde falleció una familia española. Estas tragedias me hicieron reflexionar: en el ámbito espiritual sobre lo frágil que es la vida, y aprendizaje sobre la responsabilidad que tienen las autoridades para prevenir estas tragedias.
La autoridad es facilitadora al momento de inspeccionar, no se trata de aprovecharse de los propietarios de los establecimientos, mucho menos causarles miedo o peor aún solapar irregularidades a cambio de favores, porque ya vimos en qué terminan estas acciones: en tragedias que cobran vidas de inocentes. Hemos visto mil y un ejemplos de cómo los actos de corrupción, nepotismo, compadrazgos pueden llegar a causar tragedias evitables. El JetSet, lugar del derrumbe colapsó por daños causados en su estructura por un incendio en 2023. ¿Por qué la autoridad permitió que se volviera a abrir sin una inspección adecuada? Debemos entender que muchas veces no es necedad de la autoridad, sino protocolos que nos están protegiendo a nosotros y nuestras familias. Debemos construir los puentes pensando en que también nosotros y los que más amamos pasarán sobre ellos.
Del helicóptero que se desplomó en Nueva York aún no se sabe mucho, pero seguramente fue un error humano, una negligencia u omisión de la empresa o las autoridades responsables de verificar que todo estuviera en orden con la aerolínea. Vamos por la vida confiando y poniendo nuestra seguridad en las manos de otros y desgraciadamente a veces nos fallan o fallamos cuando no dimensionamos que a veces lo que se pierde no es solo dinero, sino vidas irrecuperables.
Y la reflexión espiritual es que, después de ver cómo de un día a otro la vida se acaba, aprendamos a que importe menos el “qué dirán” y más el “yo cómo me siento” y no lo sugiero en un tono egocéntrico sino existencialista y que estemos conscientes de lo rápido que se pasa la oportunidad de estar en este mundo y de que en realidad a nadie le importa lo que hagamos más que a nosotros mismos, somos los únicos que sabemos si somos felices o solo estamos existiendo.
Una vez alguien me dijo “Nancy, te vas a acordar de esta situación en tu lecho de muerte? ¿O de la persona que te la está causando? Y mi respuestas inmediata fue: no, para nada. A lo que ella prosiguió diciéndome, entonces dale la importancia que tiene. Ni más. Ni menos.