Vivimos en una esfera en movimiento constante que nunca para, algunos percibimos el tiempo lento, otros rápido y la realidad es que eso no cambia en nada la velocidad real a la que se mueve la tierra. Pero sí influye rotundamente la velocidad a la que estamos viviendo nosotros el día a día.
Incluso si decidiéramos dejar de contar el tiempo, sabríamos que este sigue pasando porque veríamos las canas en nuestro cabello, las arrugas en nuestra cara, las manchas en nuestras manos o simplemente nos sentiríamos más cansados. Y es que probablemente le pusimos nombre al tiempo porque no sabíamos cómo describir el cúmulo de momentos, uno tras otro, que no paran hasta que todo termina. Le daba más sentido poder contabilizar.
Menciono todo esto para recordarles que el tiempo no para, que el reloj de arena, una vez que se ha volteado, no tiene de otra más que terminar el conteo de cada grano de arena y es por eso que debemos ser conscientes sobre las cosas, personas, circunstancias, sentimientos, problemas a los que decidimos darles nuestra atención, nuestro tiempo y parte de ese cúmulo de momentos que llamamos vida.
Si lo vemos con sabiduría podemos llegar a la conclusión de que la mayoría son sinsentidos que no merecían la pena, son pocas las situaciones que en verdad ameritan nuestra atención, nuestra energía. Pero en lugar de eso decidimos enojarnos porque el conductor del carro de adelante no usó las direccionales, porque la vecina no nos dio las gracias sonriendo, porque me voltearon a ver feo, y por tantas tonterías de las cuales al paso del tiempo ni nos vamos a acordar.
Por supuesto vale la pena luchar por algunas cosas, aclarar algunas situaciones o hasta frustrarnos por injusticias ajenas; sin embargo, hay que entender que la vida es mucho más sencilla de lo que nos acostumbraron, que el mundo no gira a nuestro alrededor como a veces solemos creer o queremos creer para sentirnos importantes o especiales por un tema de ego que al final del día solo nos complica la vida.
Acabo de terminar de leer el libro El sutil arte de que te importe un carajo, y básicamente te dice eso, que no desperdicies tu vida intentando sentirte importante y reaccionando exageradamente a todo lo que te pasa. La vida es mucho más sencilla. Enfocar nuestras energías en lo que en realidad nos importa y en las personas a las que también les importamos, olvidarnos del qué dirán y enfocarnos en el qué dirás tú mismo de la forma en la que estás viviendo tu vida y básicamente intentar un estado no de alegría ni felicidad, sino de paz.