Esta semana ocupó nuestra atención el accidente que hubo con el submarino, o más bien sumergible que se perdió intentando hacer una misión de exploración y turismo al Titanic, la cual iba tripulada por 5 personas que desafortunadamente y al parecer murieron todas cuando el artefacto causó implosión, es decir, que explotó pero hacia adentro, se contrajo al grado de desintegrarse debido a una fuerza externa (por ponerlo en palabras entendibles para muchos de nosotros), al mismo tiempo en el Mediterráneo, cerca de las costas de Grecia, naufragó un barco lleno de cientos de migrantes, de los cuales más de la mitad siguen desaparecidos.
Ambas situaciones son desafortunadas; sin embargo, llamó la atención los esfuerzos disparejos por rescatar a unos y a otros y la pregunta que se empezó a hacer fue ¿Acaso una vida vale más que otra? ¿Por qué para rescatar migrantes las autoridades tardaron más de 7 horas en llegar? Y fueron más bien embarcaciones privadas, entre ellas una orgullosamente mexicana, quienes se encontraban cerca y acudieron al rescate de estas personas que buscaban llegar a Europa para tener mejores condiciones de vida que en sus países de origen, niños, niñas, mujeres, ancianos.
Pero esto pasa más seguido de lo que imaginamos y ni siquiera lo cubren los medios, esta vez porque el contraste de los intereses fue muy claro. Mi conclusión es que no debemos atenernos a la reacción de los gobiernos para ayudar o intentar cambiar las cosas, está visto que somos nosotros los ciudadanos de a pie quienes podemos ir haciendo el cambio, quienes reaccionamos y resolvemos más rápido y de mejor manera, para prueba el hecho de que a los migrantes que naufragaron fueron embarcaciones privadas quienes los rescataron (no a todos por desgracia), si bajamos eso a nuestro día a día nos podemos dar cuenta de la importancia de estar atentos con lo que pasa en nuestro alrededor y en la medida de lo posible hacer nosotros el cambio desde nuestro alcance, es la única forma de mejorar nuestro entorno, no podemos poner todas nuestras esperanzas en gobiernos o personas a quienes en realidad no les importamos, pero sí podemos ser nosotros a quienes nos importe lo que pasa y poner el ejemplo.
Que, tanto los 5 tripulantes del sumergible como los miles de migrantes que mueren cada día en todo el mundo buscando oportunidades que sus países de origen no les han podido ofrecer.