Duele por cada joven que, con la ilusión de buscar una oportunidad laboral, termina desaparecido y privado de sus sueños, anhelos, de su vida.
Duele por cada familia que se rompe cuando la desgracia de un México sin rumbo toca a sus puertas arrebatándoles a un hijo, un padre, una madre.
Duele por cada político o empresario corrupto que, cegados por la ambición y la avaricia, deciden robar a la gente, servir al mal, velar solo por sus propios intereses, enriquecerse como si lo robado se lo fueran a llevar más allá de la tumba o como si la conciencia se pudiera comprar.
Duele por la sociedad que se ha conformado con no ser ellos a los que les toque la “mala suerte”, por la indiferencia que muestran cuando el vecino los necesita. Por la forma en que han aprendido a cerrar los ojos, tapar sus oídos y mantenerse en silencio ante la injusticia, los actos de violencia, los abusos, lo inaceptable.
México duele ya hace tiempo y sigue doliendo. Aunque intenten disfrazar los datos, manipular la inflación, distraernos con eventos, conciertos, cifras maquilladas o porcentajes malinterpretados, la realidad es que México no está bien, los mexicanos tampoco: perdimos el rumbo y no hemos logrado reencontrarlo.
Por lo general, intento ser positiva; pero ver lo que pasó en Jalisco, pensar en las atrocidades que se cometieron y se siguen cometiendo día a día en nuestro país, ser conscientes del nivel de violencia al que nos estamos acostumbrando en México genera mucho miedo, pero sobre todo mucho dolor.
Quien no lo quiera ver, que no lo vea, pero así están las cosas y hasta que no aceptemos la realidad nos será muy difícil cambiarla. ¡México duele y eso ningún spot publicitario lo puede cambiar!
