“Para Anais, mi fearless girl favorita”
Que el pecho semicubierto de Emma Watson o los pezones Angelina Jolie disimulados bajo una camiseta levanten críticas es sin duda aberrante. Qué más da si los mostraron al arzobispo de Canterbury o al fotógrafo de Vanity Fair. El asunto es que su anatomía –su sola y solo su anatomía– es noticia. Protagonizando una reunión sobre el rol de las mujeres en la guerra (como fue el caso de Jolie), promoviendo una película (como fue el caso de Watson), o amamantando en plena calle (como es el caso de tantas mujeres), los pechos, si son femeninos, incomodan e irritan.
Absurdos y pálidos algunos argumentos se tejen para justificar las críticas: que si el decoro priva ante las autoridades religiosas, que si la congruencia con el discurso feminista pasa por taparse... que si, en fin, los hombres podrían dejarse llevar por el interés carnal a la menor provocación de los altamente sexualizados senos femeninos. No les asiste la razón, pero por lo menos arriban a elucubrar, porque ahora hemos superado la abyección: ¡que alguien venga a explicarme la novedad de la cólera machista que ahora se cierne sobre una pequeña y simpática niñita esculpida en bronce!
Se llama The fearless girl (La niña sin miedo), es obra de la artista Kristen Visbal, y una empresa de inversiones la colocó en Wall Street con motivo del Día Internacional de la Mujer. A sus pies, una placa dice: “Conozcan el poder de las mujeres en el liderazgo. Ellas marcan una diferencia”. La actitud desafiante de la chiquilla cobra sentido porque está plantada frente a otra obra plástica, un toro de Miura, que a decir de su autor, Arturo Di Modica, representa a la prosperidad y la fuerza del mercado. Y la llegada de la niña sin temores lo ofendió, solicita que se retire, la acusa de estar allí solo para un segmento, no como su toro universal.
Lo mismo el duro bronce que las trémulas carnes, todo asusta a los toros que no quieren perder su poder.