La racionalidad tiene poca cabida en el proceso electoral, la presentación de propuestas por parte de las candidaturas tiene más de ritual que de verdadero argumento de venta. La realidad es que las problemáticas estatales y nacionales tienen tal nivel de complejidad que compactarlas en unas cuantas frases resulta una tarea prácticamente imposible. Y tratar de hacer pedagogía y dar explicaciones que consuman más de los rigurosos 30 segundos de spot o de video para TikTok son tiempo perdido en un microcosmos que debe compactar toda su evolución en escasas semanas.
Paradójicamente, los principales consumidores de las versiones exprés de diagnósticos y soluciones para la agenda del país son quienes más tiempo tienen: las y los jóvenes, quienes además deberían ser los principales interesados en las verdaderas motivaciones detrás de las candidaturas a cargos de elección popular.
Y es que se trata de matemáticas muy simples. El impacto de un mal Gobierno los de mi generación lo estaremos padeciendo, como mucho por dos o tres décadas. La estadística indica que quienes recién se estrenan en su rol de ciudadanos nos sobrevivirán por largo tiempo más. Y, por lo tanto, sufrirán las malas decisiones de quienes nos gobiernen también por mucho más tiempo.
Pero, al parecer, estas cuestiones no hacen mella en el ánimo de las juventudes, que, si lo quisieran, podrían definir el rumbo del país. Casi la tercera parte del padrón electoral la componen personas de entre 18 y 29 años. Pero si quitamos a los que estrenan su credencial para votar, estamos ante el grupo poblacional que menos vota.
Y eso no es exclusivo de México. En Gran Bretaña, durante el proceso para definir si salían de la Unión Europea conocido como Brexit, el abstencionismo de las juventudes selló su destino, condenándolos al aislacionismo elegido por los mayores.
Llega a las urnas la generación de la alternancia presidencial, la que tiene normalizada la democracia. ¿Será capaz de ver en ella un instrumento clave de su futuro o con su ausentismo el 2 de junio le dirá adiós a una de las pocas oportunidades de realmente participar en la toma de decisiones?