El coronavirus logró que el Comité Olímpico Internacional, siempre tan reacio a cambiar su calendario, haga un alto para reflexionar si una pandemia mundial y sus más de 16 mil muertos (hasta ayer por la tarde), son suficientes para posponer los Juegos Olímpicos a celebrarse en Tokio a partir del 24 de julio.
Hace cuatro años, varios atletas, científicos y políticos también pidieron que se analizara si era prudente realizar la justa cuando una epidemia de zika azotaba a 60 países, y justo en Brasil, el país anfitrión, aumentaba considerablemente. Aquello estuvo muy alejado de lo que hoy se vive. Eso sí, aquel virus también causaba terror porque era señalado como el causante de microcefalia y malformaciones cerebrales en recién nacidos, e hizo que deportistas como el golfista norirlandés Rory Mcllroy o el ciclista Van Garderen no acudieran.
En el aeropuerto de Sao Paulo no había letrero alguno que previniera a los aficionados que llegaban de diversas partes del mundo. No te daban repelente ni nada por el estilo. Más bien, cada uno debía preocuparse por evadir a los ‘mosquitos’, tal como lo hizo la delegación de China. Antes de la inauguración subieron a redes sociales unas fotos en las que se les veía en la cama con una malla que los protegía.
Los deportistas en general cargaban con su repelente y seguían las instrucciones de la Organización Mundial de la Salud, como el tener prendido el aire acondicionado en las habitaciones y mantener las puertas y ventanas cerradas. Otra de las alternativas que pedían los médicos era que, unas semanas antes de viajar se consumiera complejo B, para repeler a los mosquitos, pues en la piel se impregna un olor característico. Al final, los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro se hicieron en la fecha pactada. No hubo incidentes que lamentar con este tema.
Sin embargo, todo aquello que se vivió, no tiene comparación con el terrible coronavirus que hoy ha paralizado al mundo. Esta vez, las razones de posponer la justa sí tienen un peso distinto, de una magnitud importante como para detenerlo. Así que, solo resta esperar la última palabra del COI.