Política

Periodistas en la mira

Parafraseando al presidente, “como nunca” se había atacado tanto, vituperado, cuestionado, señalado públicamente de corrupción, calificado de perteneciente a distintas mafias, considerado como marionetas al servicio de los poderes oscuros de la oposición y, en suma, descalificado la labor de los genuinos periodistas. De por sí la tarea no tiene nada de sencillo. En la historia de las recientes décadas, la lucha por un ejercicio libre de la profesión se ha visto amenazada por políticos de todo rango, y no pocas veces hasta el máximo poder fáctico que, a estas alturas del sexenio, sigue imperando a sus anchas y sin control en el país: el del crimen organizado. Aun así, la tarea del periodista es continua, pese a los desafíos del día a día y, por supuesto, de los riesgos que crecen en proporción a las diatribas desde el púlpito de Palacio Nacional, al “pase de lista” de quienes se atreven a tocar o mancillar el nombre del mandatario que se considera a sí mismo perfecto e infalible, de quienes hacen su agosto, atrincherados en el supuesto de que “no somos iguales” y de que este país se ha convertido en el mundo utópico de “cero tolerancia y cero impunidad”.

En este ambiente creado en forma deliberada para ir eliminando voces discordantes, propiciando, aunque se diga lo contrario, la forma de exigir medidas para acallarlas o, de ser posible, exterminarlas, las y los periodistas profesionales sienten y aguantan la pesada losa de toda clase de amagos constantes. Ejemplos de ello los hay por docenas, quizá mucho más; hay quienes simplemente han sido puestos en el paredón particular del presidente, con su nombre, apellido, medios y hasta exhibición de datos personales que rompen las leyes de protección, cientos de veces.

Y el presidente es emulado en tal actitud por muchos de “sus” gobernadores, funcionarios de todos los niveles y también por su candidata “clon” que parece solo hablar para repetir lo que dice cada mañana su jefe, y así termina por estigmatizarse a los que no están en el campo de la incondicionalidad -como la mayoría de quienes sí reciben gafete en Palacio sólo para hacer preguntas insulsas o a modo dictadas por el vocero presidencial o, de plano, para lisonjearlo y punto menos que besarle la mano.

Apenas hace unas semanas, el presidente arremetió contra periodistas que le calificaron en extremo tolerante ante cárteles y hampa de traficantes de droga. Los ataques llegaron a señalar como intervencionista al gobierno del vecino país, pero, que se vea, no con argumentos jurídicos, políticos ni siquiera diplomáticos. Esto sin duda tendrá que acarrear consecuencias, tarde o temprano, aunque lo que más se aprecia de manera ostensible es la intranquilidad presidencial ante la sucesión.

Todo ello, claro, se refleja en actitudes de desgaste con los medios, pero la realidad es más que eso. Propala o de plano inventa un “compló” de prensa adversaria, conservadores (los de siempre) y hasta la Suprema Corte en plan cómplice para anular la próxima elección si gana Sheinbaum. A ese grado teme que se llegue circunstancialmente a perder. Pues ¿no está ya tan seguro de que su 4T continuará eternamente? Además, hay hechos que ponen en entredicho sus estrategias y estructuras. El caso de Guerrero evidencia lo que en otro tiempo sería la caída de un gobierno estatal. Mejor liquidar los más altos mandos de seguridad en esa entidad que ver caer finalmente al remedo de una gobernante personera de su papá. Peor si la situación se agrava más ahí en plena temporada electoral.

El menosprecio y desprecio por los periodistas lleva a condiciones en extremo peligrosas para la profesión. Los afanes divisionistas, que se advierten en la sociedad de manera muy tajante e incluso dramática, ponen en entredicho a los comunicadores, mientras que esta radicalización es aprovechada por otros para ganar terreno, como sucede con los grupos delincuenciales. Hace pocos días vivimos en Jalisco la angustia por la desaparición de un connotado periodista, crítico cual su tarea lo exige, pero invariablemente profesional. Jaime, conocido por todos, padeció, pero afortunadamente corrió con mucho mejor suerte que docenas de compañeros que han sufrido atentados y muerte. No por nada en el mundo se considera a México entre los países más altamente riesgosos para el libre ejercicio de la comunicación.

Ni duda cabe. Llegue quien llegue a la presidencia habrá de recomponer mucho en cuestión de seguridad y en reconocimiento a la tarea de los periodistas. Por ahora siguen en la mira de la autocracia que vivimos, en espera seguramente de que en unos meses más cambien las cosas. Ojalá y así sea, por la libertad y el derecho a la verdad en México.

Posdata: Para Jaime Barrera, con la alegría de su regreso, un saludo cargado de afecto y admiración.


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Miguel Zárate Hernández
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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