Política

La línea “12” y la sucesión

Desde luego que el asunto de la línea 12 del Metro de la ciudad de México, también conocida como “línea dorada”, pese a la tragedia que consternó al país hace ya un año, parece un poco ajena a los intereses locales, pero, a decir verdad, ahora entraña un componente que bien podría ser el factor determinante para la sucesión presidencial del régimen morenista. Hace unos días, a propósito de los estudios efectuados por una compañía noruega de investigaciones técnicas, tal vez entre de las de mayor prestigio y experiencia en el mundo, fue de plano descalificada por su propia promotora y contratante, la jefa del gobierno capitalino Claudia Sheinbaum, acusando a esa empresa de tendenciosa y falaz. Le pregunta fue generalizada: ¿a qué se debió el cambio tan radical en su apreciación de una compañía que ella misma ponderó tanto y contrató? La respuesta es obvia: la resultante final no es lo que esperaba, no principalmente en lo que atañe a que pensó cargar toda la culpa en las administraciones anteriores menos en la de ella.

El espectacular anuncio fue rescindir el trato con los noruegos y hasta acusarlos por las vías civil e incluso penal por haber “falseado” y distorsionado el análisis realizado supuestamente porque intervino -hágame usted favor-, un abogado “conservador” y malintencionado políticamente contra AMLO, vinculado al despacho que a su vez dio asesoría legal y de tramitología a la empresa escandinava. Tanto absurdo no puede caber ya que la DNV -así se llama dicha empresa-, tiene siglo y medio de existencia y colabora con trabajos de este tipo con más de cien países. Por muy influyente el abogadito en cuestión ¿tendría la capacidad de poner en juego la honestidad y certeza científica de una empresa de tal nivel? El caso es que Sheinbaum la vio venir, las conclusiones no le gustaron pues efectivamente creyó desde un principio que la culpa de la tragedia fue por “errores de origen” en la construcción (léase Marcelo Ebrard que hizo la obra para estrenarla en el 2012) y un tanto a Miguel Ángel Mancera, su sucesor entonces y quien, de suyo, sí vio los defectos de construcción y hasta mantuvo cerrado el sistema completo por más de un año en aras de encontrar una solución.

Sin embargo, aquí viene lo interesante, luego del temblor de 2017 en la ciudad de México, muchos especialistas manifestaron sus inquietudes de si las cosas realmente estarían bien en el tramo elevado de la línea 12. Los mismos vecinos a partir de entonces se cansaron de señalar los riesgos que advertían a simple ojo y que ni el gobierno de Mancera, ya de salida, ni mucho menos el de Sheinbaum quisieron ver. Sobradamente se sabe que la extitular del Metro de México, Florencia Serranía, fue hasta exculpada de todo, muy a pesar de que había vivido ya dos experiencias funestas, como el choque de trenes en Tacubaya y, sobre todo, el incendio en la central de control de todo el sistema. A la señora Serranía se le protegió en todos sentidos, incluso desde la misma silla presidencial ya que este personaje es nada menos que comadre de López Obrador ya que aseguran amadrinó a su hijo Ramón y era su vecina en Copilco. Luego vino la entrañable amistad y cercanía con Sheinbaum. Así que, por ninguna de las tres tragedias, la señora Serranía tuvo que dar ni la cara, se le exoneró por parte de los legisladores morenistas, renunció “en quedito” y ahora hasta apareció como recompensada con una participación honorífica en el Conacyt.

El caso es que, ante el aceleramiento que están tomando los movimientos en torno a la sucesión, nada le afectaría más a Sheinbaum que un señalamiento expreso en cuanto a que la culpa de lo sucedido fue por fallas de mantenimiento por el gobierno a su mando, lo que sí implicaría responsabilidades graves sobre su exdirectora del Metro, sobre su administración y sobre ella misma. A los deudos de las víctimas se les cubrieron efectivamente compensaciones de tipo económico, aunque una docena de familias todavía no las aceptan y exigen, en cambio, se haga un seguimiento y verdadera justicia sobre lo acontecido. La gobernante capitalina también fustigó a estos y a sus abogados que, según ella, solamente hacen “politiquería”, palabra muy en uso y que con tanta frecuencia replica una y otra vez entre la discursiva del presidente. Para muchos, la forma en que denostó contra la compañía de analistas y técnicos noruegos es interpretada como una virtual confesión de la jefa de gobierno en cuanto a que el contenido del estudio no favorece su postura, sino que la culpa, y de ahí tanta furia en contra de que se llegue a concluir que, con buen mantenimiento, las cosas hubieran sido muy diferentes.

A la señora Serranía le dicen ya la “reina de la impunidad” pero a la señora Sheinbaum ¿Qué otro título le convendría para ser justos? Prefiere por ello atacar, porque la lucha en las alturas está ya en pleno fragor y no conviene a ninguna de las “corcholatas” del presidente, no muchas, por cierto, ir perdiendo terreno en la pugna evidente para finalmente ser el ungido. ¿O no?

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Miguel Zárate Hernández
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