Política

El orgullo de mi nepotismo

Al ex presidente José López Portillo le salió muy caro responder a la interrogante de por qué había designado nada menos que a su hijo José Ramón como subsecretario de Programación y Presupuesto, precisamente cuando la titularidad de esa cartera era del luego presidente Miguel de la Madrid. La respuesta de López Portillo no fue solo para justificar la designación de su vástago, sino que, además, dijo que el nombrado era “el orgullo de mi nepotismo”. Sin embargo, José Ramón fue un tanto discreto y ya con De la Madrid éste lo envió como embajador de México ante la FAO (Organismo para la Alimentación de la ONU) en Roma. Empero, mostró que no era un mal elemento pues posteriormente llegó a ocupar una cátedra en la Universidad de Oxford, Inglaterra.

Desafortunadamente en la mente ciudadana lo que queda es que fue nombrado al más rancio estilo de las líneas monárquicas por su papá, quien navegó en medio de críticas de todos lados por tal actitud (junto a otras, claro). Lo cierto es que el nepotismo siempre ha reinado en México y de ello sobran ejemplos por todas partes, incluso en Jalisco donde fue un caso la pareja de Heliodoro y su esposa Lupita, siendo el primero líder de la poderosa CTM, sencillamente se asignaban las diputaciones federal y local (parte de sus privilegios), una en el Congreso de la Unión y otra en la Cámara local, y viceversa, casi siempre. Nada lo impedía ya que ambos eran una estructura demasiado fuerte en el corporativismo príista de aquel entonces. Don Heliodoro, incluso recibió el homenaje de estar a la fecha en la rotonda de los personajes ilustres de la entidad.

Pues bien, ahora resulta más interesante lo que acontece con la iniciativa de la presidenta Claudia Sheinbaum para que se erradique el nepotismo al menos en los puestos sucesivos inmediatos. Es decir, que por ejemplo Félix Salgado Macedonio le “prestó” la candidatura a su hija Evelyn para ser gobernadora (desastrosa, por cierto), sabiendo que todo estaba planchado para que su sucesión la consiguiera él mismo. Y ahora sea lisonjero con Sheinbaum, Salgado no se resistirá a que una “encuesta”, de esas amañadas que hacen en Morena, muestre que efectivamente es el pueblo, sí el pueblo, quien le llamará al sacrificio. Habida cuenta de que la ley famosa sólo correrá a partir del 2030 y no del 2027 como quería la presidenta.

Ahora que, si la situación de controversia es real, ni duda cabe que está empezando a aflorar una división que por sabida se daba. Es decir, que Sheinbaum realmente quiera un cambio drástico que, al parecer, dejaría fuera a muchos dirigentes obradoristas sin posibilidades de acceder, por ejemplo, a decidir entre familiares varias de las próximas gubernaturas. Digamos que la postura de Sheinbaum sigue siendo firme, entonces los diputados y senadores actuales de su partido y conexos obligarán a que el tema se aplique hasta el 2030. Esta cuestión reflejaría una imposición más del que hipotéticamente está alejado ya de todo bullicio político en Palenque. Macuspana o donde se quiera. En ello está la hegemonía y mano férrea con la que maneja todo su amigo y casi hermano Adán Augusto López, convertido ya en el segundo mando de la nación. Sólo hay que recordar que él mismo fue cuñado del ex gobernador chiapaneco Rutilio Escandón, ahora viudo precisamente de la hermana de Adán.

Pero los amagos del nepotismo siguen. Con la apertura hasta el 2030, hermanos, hijos y parientes tendrán la puerta abierta para entrar a los procesos. Un ejemplo es el gobernador pevemista actual de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo, quien sueña con que le suceda su esposa Ruth González, o bien que siga la dinastía Monreal en Zacatecas, para que algunos de sus hermanos, especialmente el actual senador Saúl Monreal, resulte el relevo de su propio hermanó. Y no es de dudar que así suceda, aunque Monreal quiere quedar bien con Dios y con el diablo señalando que “respalda” la iniciativa original de Sheinbaum. La verdad, todo se antoja falso ya que en Morena están calculando tiempos para asegurarse el control del país al menos el próximo sexenio. La tentación nepotista también abarca a otros partidos, como fue el caso de Samuel García, gobernador naranja de Nuevo León, quien quiso imponer a su esposa Mariana a la alcaldía de Monterrey y luego pues a acomodar las piezas en busca de la gubernatura para la “influencer”.

Y quizá algún día se preocupen más los morenistas por el nepotismo en la administración pública. Es en verdad impresionante. Martí Batres puso a su hermana Lenia nada menos que de Ministra de la Corte y a Valentina como diputada local en la Cámara de la Ciudad de México; y la hoy solidaria líder morenista Luisa María Acalde, quien presume estar con la presidenta en su iniciativa, no deje de apoyar a su hermana Bertha quien llegó ya a la Fiscalía de la Ciudad de México, ambas hijas de Bertha Luján, pilar histórico del movimiento obradorista; y mejor ni hablar de la presidenta del INE, Guadalupe Taddei, quien tiene hijos y sobrinos, etcétera sobre todo en Sonora.

El nepotismo parece cáncer. Lo grave es que realmente cunda por todo el país. Lo peor e inimaginable es que llegue hasta la presidencia, donde un vástago del propio López Obrador busca de manera manifiesta su deseo de llegar a ese puesto. Entonces sí “el orgullo de su nepotismo” llevaría a México más cerca de parecer monarquía o dictadura que una república. ¿Qué tan lejos estaremos?


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Miguel Zárate Hernández
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