Comentaba la semana pasada en este espacio, que son las personas y no los partidos los que desprestigian la política. Pero de la misma forma somos las personas concretas las que podemos dignificar el quehacer público.
La competencia democrática en la mayor parte del mundo, acompañada de los medios de comunicación actuales han desgastado las propuestas de candidatos que como dicen una cosa dicen otra con tal de ganar votos y nos ha hecho caer en que ya no importa la mejor oferta, sino gana el que más logra denigrar y atacar al contrario.
El lingüista estadounidense George Lakoff en su célebre libro “No pienses en un elefante”, da una vuelta de tuerca a la mercadotecnia política contemporánea para hacernos ver que al final lo que buscamos los ciudadanos son representantes cuyos valores compartamos y si bien los principios y visiones políticas son pilares de los partidos, los valores solo los pueden vivir y transmitir las personas concretas.
Un político que brinca de un partido a otro o a la falsa independencia no es consistente en sus principios pero tampoco en sus valores éticos.
En mi experiencia personal hay valores políticos universales que me han guiado como funcionario público: el servicio a los demás, la honestidad que me permite ver a los ojos a cada persona, la justica social que guía a tomar decisiones que brinden más oportunidades a los que menos tienen, la libertad que permite a cada quien asumir con responsabilidad posiciones pero a su vez da la posibilidad de respetar y dialogar con las opciones libres de los demás.
Hay también valores transmitidos de forma local que nos hacen pertenecer y formar comunidad. Así aprendí de mi familia él trabajo y el tesón que nos legaron los fundadores de Torreón, muchos de ellos migrantes. La búsqueda del progreso familiar pero también social que dio a nuestra ciudad su carácter vanguardista. La perseverancia con la cual hemos logrado construir esta ciudad en medio del desierto.
Los valores son además verificables, cada ciudadano puede revisar la trayectoria, los resultados y la congruencia de un funcionario y puede reconocer cuando compartimos y vivimos esos valores.