Mundo complejo y complicado, es nuestro mundo. Parece imposible frenar las acciones con las cuales este mundo se deteriora. Desde luego todas las especies participan en ese festival del deterioro. Países y sus dirigentes capaces de luchar por la destrucción de otros países considerados enemigos. Facciones en diversos países dispuestos, con base en una ideología supremacista, a eliminar estamentos completos de personas y actividades, incluso necesarias para la vida, dirigidas al exterminio de personas, lugares e ideologías contrarias a su modo de ver la vida humana.
Supremacistas blancos exasperados por suprimir a otros no pertenecientes a su grupo e ideologías. Gobernantes autoconvencidos de la necesidad de alejar ¿de sus dominios a toda persona o grupo humano quienes no comparten la supremacía que profesan, sean los migrantes o los miembros de una clase social, los habitantes de una región no favorable al líder, o los miembros de sectas político-religiosas opuestas al dominio mundial querido por esos llamados “líderes”.
Las consecuencias de estas renacidas ideologías supremacistas se producen en la economía, la política y la social. La economía se resiente porque esos supremacistas consideran sagrado el deber de mejorar las condiciones de sus seguidores y de eliminar a sus opositores, aun lejanos de su territorio, con el arma de la economía, mundializada desde los años ochenta y la cual hoy es un entramado de producción, compras, ventas, ganancias (más par algunos) y esperanza inútiles de salir de la pobreza.
La política se vuelve “cosa de locos” porque la declaración de un día, en un sentido, al día siguiente se modifica con otra declaración perfectamente opuesta a la primera. De tal modo, que los grupos, países y empresarios optan por la prudencia y contaren sus actividades para esperar a convencerse de la realidad y no de la feria de declaraciones de los políticos. No se diga, la dificultad de mantener una política en el país, amenazado, a veces en los hechos, de romper toda clase de tratos previos.
La situación social se vuelve más compleja. Baste considerar el freno militarizado y persecutorio de la migración de latinos, en especial mexicanos, cuya vida económica familiar depende, en muchos casos, del envío de remesas de los migrantes hacia sus familiares. Al atacarse la migración se lastima la columna vertebral de numerosas familiares, hasta hoy pendientes de ese ingreso, nada fácil de ser compensado por otros en medio de una economía débil, un estado social atacado por el crimen y lastimado por decisiones antipopulares, aparentemente satisfactorias, y en realidad muy débiles, pues las personas, y sus gobiernos, ya no tendrán los ingresos venidos desde los países altamente desarrollados, o en el mejor de los casos, los tendrán muy disminuidos. La sociedad se quebranta con peligro de creer en el primero que le ofrezca prosperidad inmediata. Al tiempo, la sociedad no tenemos, a quién acudir. Se puede aprovechar del “rio revuelto”.
En esta situación compleja hay quien mira hacía el rumbo de la universidad. La sede de la ciencia, la paciencia y la búsqueda. La complejidad de la situación es materia universitaria desde tiempo atrás, pues la “búsqueda de la verdad de la ciencia, de la ética y de la práxis, para aplicarla a las situaciones críticas de la sociedad”, piden la búsqueda de nuevas prioridades.
En ese contexto, un intelectual Otto Schamer, propone: “Argumento que las universidades deben evolucionar hacia ecologías de innovación para el florecimiento humano y planetario: centros que, ante el colapso sistémico, fomenten la práctica de regenerar el suelo, la identidad y la sociedad.” No se trata de una acción reparadora de lo fácil sino un intento de mirar a la universidad como una institución líder en proponer y realizar acciones, si bien sencillas, en una nueva dirección.
Una idea central de Scharmer es: “Para actualizar (la universidad y el mundo de la práctica) sus modelos y metodologías, pasando de la “educación para el empleo” a la “educación para el desarrollo humano", educadores y líderes deberán actualizar sus propias herramientas. En lugar de aprender reflexionando sobre el pasado, deberán aprender percibiendo y actualizando el futuro”. (*) Empleo, la pieza fundamental del cambio de una sociedad medieval monárquica a otra burguesa, fabricante y empleadora, con la cual fue posible la revolución urbana, la economía del lucro y la sociedad aspiracional, es decir la sociedad democrática e igualitaria. Aspiración frustrada al entronizar un modelo de desarrollo fundado en el capital y no en el trabajo.
Otro reto de la educación universitaria es proveer medios prácticos a la sociedad del consumo, a fin de dejar de ser una sociedad del desperdicio y la producción de lo que llamamos basura. Y logrado tal, avanzar a una sociedad ecológica y sano medio ambiente. Nada fácil, pues siquiera pensar en estos temas hacen templar a la sociedad y por consiguiente a las universidades.
La pregunta de quién puede resolver las guerras hoy en curso está agotada y sin respuesta. Las “grandes” potencias son felices pues venden desde balas hasta cohetes balísticos sofisticados y carísimos, cuya venta al país guerrero, financia a las empresas productoras, levanta el ánimo de la población pues se siente viviendo en un país ganador… por eso mirar hacia una universidad capaz de trabajar para construir en los próximos 30 años (una nueva generación) un mundo capaz de florecer construido por las acciones y trabajos de quien quiere florecer, y no comprarlo en la tienda, no es una quimera sino una condición de vida futura y un mundo mejor para todos.
(*) Ver: Scharmer, Otto. Universities as Innovation Ecologies for Human & Planetary Flourishing.; médium.com