Alguien debía dar el primer paso y esta vez fue el gobernador Samuel García quien lo dio. Ahora todo queda en la cancha de los diputados locales, quienes tendrán que discutir y en su caso aprobar el Presupuesto de Egresos 2024 a la brevedad, dada la imperiosa necesidad de concluir las obras en proceso.
Una entidad con la relevancia de Nuevo León no puede quedar paralizada por el capricho de los políticos que, buscando provecho para sus partidos, se llevan de encuentro a los ciudadanos.
Samuel declaró ayer que es un riesgo paralizar proyectos tan importantes para el estado como las líneas del Metro, las obras hidráulicas y sobre todo las de Seguridad, en tiempos donde la delincuencia anda desatada.
Igual que el gobernador, hago un llamado a la reflexión, pero no solo a los legisladores, sino a las instancias gubernamentales involucradas para que dejen de lado los pleitos y se pongan a pensar en la gente.
Ahorita es tiempo de tomar las mejores decisiones por el bien de la entidad y sus proyectos prioritarios, porque no podemos dar la imagen de desorden y falta de interés en obras que lucen abandonadas.
Deberían ponerse a pensar que los miles de visitantes que llegan a la ciudad por negocios o turismo en cualquiera de sus modalidades, se llevan una pésima impresión de nuestras calles y avenidas atascadas de vehículos y muros inconclusos.
Como nuevoleonés, a veces resulta difícil explicar por qué los trabajos se ven a medias y algunos frentes parecieran abandonados, o con un puñado de trabajadores que arman algunas columnas para aparentar que siguen avanzando cuando la realidad es otra muy distinta.
La situación es tan compleja que el propio gobernador ha dicho que es urgente pedir una línea crediticia de hasta 7 mil millones de pesos, que permitiría continuar los proyectos, y aunque no es lo mejor, parece inevitable.
En la administración pública es pecado pedir préstamos, pero solo cuando se trate de cosas suntuarias o para satisfacer los caprichos de funcionarios megalómanos, que abastecen su ego construyendo elefantes blancos.
Si Samuel ya dobló un poco su brazo, a los diputados nada les costaría ceder otro tanto, y al final el pueblo bueno y sabio se los tomará en cuenta a la hora de acudir a las urnas.