En los últimos días, se ha generado una polémica sobre si la señora Mariana Rodríguez cumple o no el requisito legal para ser aspirante a la alcaldía de Monterrey.
Se trata de un personaje que en redes sociales está muy por arriba de políticos como el ex presidente Vicente Fox, que en un tris quedó fuera de X (Twitter), por faltarle al respeto.
Acostumbrado a denostar a las mujeres, Chente tuvo el desatino de ejercer violencia política de género, pero no midió que eran otros tiempos, ni que el entorno digital al que ella pertenece lo iban a sacar de la jugada.
Mariana Rodríguez es una influencer que desde hace años tiene millones de seguidores, y que hay quienes piensan que su esposo, el gobernador de Nuevo León, Samuel García, utilizó su popularidad para llegar a donde está.
Si bien aún no ha quedado comprobado que las redes sociales ganen elecciones, sí es posible sostener que inducen el ánimo social.
Además, no se debe dejar de lado que un sector importante, ubicado particularmente en las generaciones Y y Z, tiene como principal medio de información las redes sociales.
Por lo cual, en la vida política resulta imprescindible que las campañas, además de la tradicional de piso, se coordinen de forma adecuada con las digitales, como una forma de darle coherencia y potencia a la estrategia.
Eso por un lado, por el otro, quienes viven fuera de Nuevo León identifican a Monterrey no solo como la capital del estado, sino como la referencia de nuestra entidad, y resulta hasta irrelevante si tienes domicilio en este municipio o en otro de los metropolitanos.
A nivel nacional, a todos los que somos originarios del estado nos llaman regios. Por eso parece un pleito estéril porque al final seguramente Mariana será candidata de Movimiento Ciudadano si esa es la intención.
En cuanto a si moralmente es correcto que su marido sea el gobernador y ella la alcaldesa, es otro asunto digno de analizar. En política han cambiado las cosas y en tiempos de la 4T ya nada nos sorprende.