Horas después de la marcha donde Miguel Barbosa reunió a más de 50 mil personas (domingo 5 de diciembre del 2022) en su intento por congraciarse con el presidente Andrés Manuel López Obrador, saludé al extinto gobernador en el estacionamiento subterráneo de Plaza Solesta.
Ese día por la tarde acudí con mi familia al cine y al pagar la cuota de estacionamiento vi un grupo de personas, una de ellas en silla de ruedas que se disponía a subir a su vehículo. Era Barbosa, acompañado de su familia y del entonces líder del Congreso local, Sergio Salomón Céspedes.
Como siempre doña Rosario Orozco, su esposa y actual diputada federal electa, ayudaba a su esposo, y se disponía a subir a una camioneta de tipo Van donde se trasladaba el gobernador seguramente para dirigirse a su casa.
Era evidente la cercanía del hoy mandatario con la familia Barbosa Orozco, que en su papel de líder de la mayoría morenista, era el principal operador de las iniciativas que enviaban desde el gobierno estatal.
En un momento dado me acerqué a saludarlo y le presenté a mi hijo Jesús Guillermo, a quien amablemente le respondió de buen ánimo, a pesar de que se le veía muy cansado. Ocho días después (13 de diciembre) desde las primeas horas comenzó el rumor que luego se confirmaría, sobre su fallecimiento.
Desde Palacio Nacional, el presidente López Obrador fue el encargado de dar la noticia de manera oficial, y las horas posteriores comenzó la búsqueda del quién lo sustituiría en el cargo, responsabilidad que recayó en Sergio Salomón Céspedes.
De ese entonces a la fecha, la relación con el grupo barbosista y especialmente con la señora Rosario no ha sido la mejor. Algunos aseguran que ella quería terminar la gestión de su marido, pero desde la Presidencia se decantaron por Céspedes.
Este martes la virtual diputada federal electa lanzó lo que parece un contraataque para exigir a la actual administración aclare el destino de los 6 mil 800 millones de pesos, que según ella, se recuperaron de la inversión hecha en Fondika.
Para algunos, Doña Chayo quiere elevar el tono de la discusión, o al menos así se lee, como una manera de responder a lo que ella considera fueron señalamientos injustos a su difunto esposo durante los últimos dos años.
