Muy lejos está el municipio de San Pedro Garza García de ser ejemplo nacional y el modelo a seguir como hace algunos años lo fue.
El alcalde Miguel Treviño está más concentrado en hacerlo eficiente administrativamente, lo cual no está mal, pero descuida otras áreas vitales como la seguridad.
Por eso la Policía está infiltrada por el narco, y ahora en lugar de cuidar a los ciudadanos trabajan para los delincuentes realizando secuestros.
No por nada 10 de sus elementos fueron detenidos y están siendo investigados por la Fiscalía General de Justicia, tras la denuncia de un sampetrino.
En tiempos del ex alcalde Mauricio Fernández eso no sucedía, porque él sí entendió que en un municipio considerado de los más ricos del país, garantizar la seguridad era prioridad.
Desafortunadamente para Miguel Treviño es más importante ampliar avenidas como Vasconcelos, a costa de violentar los derechos de ocho familias.
Está más preocupado en crear un Centro de Formación Policial, mientras sus uniformados se coluden con los criminales por unos cuantos pesos.
Hasta ahora el único que ha dado la cara es el secretario del Ayuntamiento, José Dávalos, quien ha entrado al quite por los errores y omisiones de su jefe.
Por si fuera poco, el Ayuntamiento planea despedir a 300 trabajadores como una medida de ahorro, como si eso sirviera de algo, cuando en áreas como la seguridad la cosa está que arde.
Si realmente quisiera meter orden a la nómina, debería enfrentar al eterno líder de los burócratas, Rafael Reyes Montemayor, y sacar a toda la bola de aviadores.
A estas alturas, los sampetrinos deben estar arrepentidos de haber reelegido a Treviño, y despreciar a un político como Mauricio Fernández, que con sus formas y a su estilo, pero blindó al municipio.
Mauricio y su grupo rudo mantuvieron a raya a los mañosos, y aunque no era lo políticamente correcto, dio resultados al mantenerlos fuera de las calles de San Pedro.
En estos momentos hay quienes ya extrañan al ex alcalde panista y hasta dicen en voz alta aquella frase tan cuestionada de que “estábamos mejor cuando estábamos peor”.
Miguel Ángel Vargas
