Para el escritor español Enrique Alarcón, la verdad es “una manifestación de la realidad, y se da en las apariencias del objeto, en el conocimiento y en la expresión”. Y agrega: se da, pero no se conoce como tal. Solo se conoce la verdad en el juicio de la inteligencia, que afirma lo que es o niega lo que no es (Depósito Académico Digital de la Universidad de Navarra, 2000).
Aunque puede ser muy filosófica y hasta complicada de entender, la reflexión que hace Alarcón en su texto El debate sobre la verdad habla sobre los diferentes usos de la palabra, los significados y las connotaciones. Además de cómo cada quien puede tener “su verdad” dependiendo del cristal con que se mira.
Parece que eso nos está sucediendo con el lamentable caso de la muerte de la jovencita Debanhi. Como padre quiero externar mi total solidaridad con la familia y me sumo a la exigencia de justicia.
El hecho ha causado conmoción no solo en la sociedad regiomontana, sino también a nivel nacional e internacional. Lo que me parece un exceso es la interpretación que cada quien le está dando, pues se emiten opiniones sobre lo que leen, escuchan o ven a través de los diferentes medios tanto tradicionales como digitales.
Sin tener el conocimiento de fondo, ni los elementos periciales o de prueba, lanzan juicios para exponer “su verdad”. Por ello hay quienes aseguran, como si lo hubieran presenciado, que fue asesinada y hasta desestiman las versiones de la Fiscalía sobre un posible accidente.
En las redes sociales se han dado hasta “linchamientos” para comunicadores, como a mi amiga María Julia Lafuente, quien en la búsqueda de la verdad, cuestionó al padre de Debanhi, lo cual no le gustó a la comunidad digital que se lanzó en contra de ella. Su pecado, si es que lo hubo, fue buscar más información en todo ese mar de confusiones.
René Descartes, filósofo francés nacido en 1622, consideraba que el método más efectivo para llegar a la verdad es la ciencia, y en este complejo asunto no hay de otra. La Fiscalía debe convencer a la sociedad, pero con evidencias científicas.
Miguel Ángel Vargas